jueves, 22 de febrero de 2018

Nuevo Link de la O.T.M.

Querid@s amig@s y herman@s:

Os informamos que tenemos dos links de nuestra Orden. 
Para vuestro conocimiento y difusión.

Pinchad aquí;  https://www.facebook.com/Temple.Martinista/ o aquí; https://ordotempliinitia.wixsite.com/temple-martinista 

Alegría, Paz, Salud y Bendiciones.



lunes, 21 de enero de 2013

FACETAS DEL MARTINISMO

La primera cuestión que se puede tratar es aquella de la elección del fundador de esta tradición. Podríamos muy bien y de una forma justificada, decidir que solo el auténtico Martinismo es aquel que proviene de Martinez de Pasqually. Su sistema de grados y de enseñanzas teóricas sería nuestro credo y seríamos, de esta manera, Martinezistas. Los otros movimientos nos podrían parecer desviaciones, como "reuniones de viejas damas haciendo agujetas" (alusión al maestro Philippe de Lyon) para recobrar algunas palabras oídas.

Sin embargo, algunos logran progresar penetrando en las doctrinas y prácticas de la noble vía  pero posiblemente gracias a Martínez. En esta categoría, calificada por muchos de exterior, los nombres de los ángeles y de los demonios serán sin duda mas familiares que le de Cristo. Es fácil imaginar cuál será el punto de vista de sonrisa condescendiente de los teúrgos, actuando como dignos hijos del creador de cara a estos adeptos de una vía mística intentando vivir según el deseo de su corazón.

Si, por el contrario, Saint Martin nos parece encarnar el verdadero Martinismo, entonces la práctica de su vía nos conducirá a otra perspectiva. Que ella sea por la iniciación o no, esta senda interior llevará al Martinismo a eliminar la pompa de los ritos. Pondrá en evidencia a aquel que quiera aproximarse a esta "condenada" via exterior, llamada a veces la "vía operativa", vía mágica y para los de Saint Martin, vía de la "perdición". Parece evidente por esto último que es suficiente aprender a abrir el corazón, a vivir en espíritu y en la verdad, dejando de reinterpretar los textos de la tradición cristiana. A pesar de estas cuestiones, nos parece que se aproxima con ventaja a a aquello que se entiende habitualmente por Martinismo.

Éste tiende a dos asuntos principales:

- Los ritos son utilizados mas bien simbólicamente. están destinados a ponernos en condiciones interiores con el fin de iniciar un trabajo o de recibir una enseñanza. No existe entonces llamadas a los ángeles, contactos sobrenaturales y pases misteriosos. El iniciado opera en el dominio místico.

- La segunda razón deriva del hecho de que la vía de Saint Martín está considerada como muy accesible y ligada al cristianismo. Es evidentemente, la visión que los esoteristas han mantenido de Saint Martín  Parece evidente considerar que la opinión de los filósofos serían sensiblemente diferente.

En lo que concierne a Papus, el problema es un poco mas delicado, ya que muchas de las ordenes martinistas contemporáneas han modificado o disminuido la importancia y el valor real de su obra Martinista. De este modo su aportación es a menudo considerada como demasiado masónica o demasiado antigua. Increíble paradoja, ya que es precisamente esta estructura la que ha podido garantizar su longevidad. Ahora bien, el sistema elaborado por Papus existe ahora, ¡¡¡después de un siglo de aquél que Marínez hizo funcionar solo 8 o 9 años!!! Se comprende que esta construcción, es en realidad, un edificio muy importante y de gran valor quesería difícil de tergiversar o de simplificar.

Sería tentador no ver en estas diferentes etapas mas que una evolución de la doctrina Martinista y no una oposición o unas divergencias. Debemos darnos cuenta de que esta actitud es demasiado simplificadora. existe en esta tradición una unidad alrededor de un punto en común, que buscamos hacer percibir en la introducción.

Un punto indefinible, una fuente que ilumina y alimenta el Martinismo en lo que tiene de mas puro y mas noble, condicionado el clamor de los futuros iniciados. La mayoría de los Martinistas no han investigado hasta hoy en día su unidad. Ahora bien, aquellos que fueron depositarios de esta tradición, o aquellos que la han adaptado a una época concreta, en realidad han exteriorizado diversos aspectos sin desvelar la totalidad.

Es en efecto, absolutamente indispensable, para alcanzar la fuente de esta tradición intentar desligarse de las diferentes personalidades que han elaborado su existencia visible.

Si nosotros no lo hiciéramos así, a pesar nuestro, seríamos Martinezistas, Saint-Martinistas o Papusianos, pero no seriamos aquello que se entiende por Martinistas. Si preferimos el estudio de lo visible al de lo invisible, nos limitamos a un estudio estructural o histórico y no podremos comprender el corazón del Martinismo. No veríamos entonces ninguna diferencia en esta necesidad, entre aquel que busca saber qué es el Martinismo y aquel que ha franqueado ya la puerta de la iniciación.

Se imagina fácilmente las rivalidades que pueden derivar de la identificación inconsciente con alguno de los modelos Martinistas precedentes...pero ¿podemos asegurar la superioridad de una o de otra de las visiones de la iniciación Martinista?. En otras palabras ¿existe una respuesta verdadera a esta pregunta?

Pensamos que aquel que reivindica la exclusividad de la herencia de su fundador como el único Martinismo, se separa inmediatamente de esta corriente. Nadie es o se convierte en Martinista por el simple estudio o iniciación en la escuela apelando a uno o a otro de los maestros fundadores. Ello significa que el candidato puede muy bien hacerse iniciar sin por ello jamas comprender o penetrar los misterios. Por otro lado, no es posible que un alma sincera llegue a conectar con el corazón de la corriente Martinsta no habiendo nunca frecuentado tales círculos. El Martinsmo no es, entonces, una escuela en la que se ingresa por el simple hecho de haber cumplido un "rito de entrada". El Martinsmo se descubre en la vida, en la ciudad o en la montaña y, porque no, en la iglesia.

Este punto de vista puede parecer paradoxal. En efecto, ¿dónde encontrar el Martinismo y cómo iniciarse, si las escuelas existentes no nos garantizan la adquisición de su herencia?. ¿Qué debe hacer aquel que siente la llamada del Martinismo?. ¿Es necesario que renuncie a su deseo?. Para poder responder a estas preguntas, es necesario eliminar la corteza exterior para llegar al corazón que palpita bajo su cubierta y que mantiene la llama encendida desde hace mas de 200 años. Conviene que reconsideremos lo esencial de la doctrina y pensamiento de Martinez de Pascually, de L.C. de Saint Martin y de Papus, sin deformarlas por necesidades políticas o partidistas. Vamos, entonces, a desarrollar una síntesis , tan justa como sea posible, del espíritu y d ela voluntad de estos tres hombres en el seno de su época, con el objetivo de reconstruir aquello que denominamos el corazón del Martinsmo y de quien hace de ello su propia vida.



T.·. A.·.
Fr. Amorifer

sábado, 13 de octubre de 2012

REFLEXIONES SOBRE "EL HOMBRE NUEVO"


En su libro "El Hombre Nuevo", Louis-Claude de Saint Martin nos invita a reflexionar sobre el hecho que Dios hizo al hombre a su imagen.

El Filosofo Desconocido nos dice explícitamente: "Puesto que tú ya no ignoras ahora que toda la biblia no es el hombre por objeto y que así, en verdad, la mejor traducción que pueda jamás existir de la biblia, es el hombre." Por un análisis sorprendente, apoyado por un comentario personal, nos esclarece sobre las santas escrituras, donde la mente relega la letra a segundo plano, para llevarnos a través de su comprensión, experiencia y misión, a buscar en el fondo de nosotros mismos para encontrar el agua que apagará para siempre nuestra sed, pero que no puede brotar sino de una sola y única fuente: el corazón.

A través del lenguaje de la voluntad, de la humildad y de la perseverancia, pide al hombre de deseo, al que llama su amigo, como a sus lectores, reconsidere sus actitudes, para que se purifiquen. les explica con benevolencia el camino del reino que está al interior del hombre.

Ese reino no puede encontrarse mas que por intermedio del corazón y de las actitudes que se derivan de esto, pero también a través de aquel que el creador, en su misericordia, nos ha confiado aquí abajo en nuestras tinieblas, aquel que espera en su dulce paciencia y que no pide mas que asociarse con  nosotros: nuestro "fiel compañero".

El maestro interno, que llama el amigo fiel, no solamente espera que actúe por el ternario (pensamiento, palabra y obra) sino por una actitud de benevolencia y amor, la única actitud que conoce para que pueda manifestarse a nosotros y nos lleve ala verdadera luz de la cual él mismo fue alejado, por amor hacia nosotros.

El amigo fiel, nos dice él, que nos acompaña aquí abajo en nuestra miseria, está como encarcelado con nosotros en la región elemental, y aunque se  complace de su vida espiritual, no puede gozar de la luz de las alegrías, de la vida divinas, mas que a través del corazón del propio hombre que fue elegido para ser el intermediario universal del bien y del mal. Esperamos de este amigo fiel toda la ayuda, todas las protecciones, todos los consejos que nos son necesarios en nuestras tinieblas, y en todas las virtudes para vivir el decreto de nuestra prueba a la cual no tiene el derecho de cambiar nada; pero espera recompensarnos por medio del fuego divino con el cual deberíamos ser iluminados, hacemos que él experimente el calor y los efectos del sol eterno del cual se mantiene alejado por la pura y viva caridad que le anima en favor de la desdichada humanidad.

Este ser divino, chispa de la divinidad, es la introducción a esta gran aventura, esta iniciación primordial que debe abrirnos el camino del mundo real, se dirige hacia el oriente.

Pero para procurarnos la mas saludable de las preparaciones, debemos empezar no solamente por ser nosotros mismos un nuevo adepto, sino que debemos adquirir la ordenación, es decir, según el sentido propio de esta palabra, debemos ponernos en orden.

Saint-Martin nos anima con insistencia, aunque desarrolla también a lo largo de su obra el proceso de evolución que debemos atravesar para que podamos entrar en nuestra verdadera naturaleza y pensar por nuestro propio principio. Insistirá en esta actitud y nos dirá explícitamente:
Amigo, quizás te sorprendas porque te hablo muy poco de ciencia, y te hablo mucho de exhortación y de advertencia. Es porque ahondé en la ciencia y ahondé en la exhortación. La ciencia es grande, es hija de la luz, es la chispa viviente del sol eterno; pero no quiere conocer otro órgano y otro camino mas que el corazón del hombre: cuando se la fuerza a presentarse por otra entrada, sufre viéndose prostituida, y se salva tan pronto como puede.

Observamos aquí, como podemos realizarlo a través de algunas de nuestras experiencias, que no podemos trabajar para nuestra elevación espiritual si nuestra resonancia intelectual no está ene armonía con nuestra resonancia emocional, y comprendemos mejor lo que el Martinismo llama "la vía cordial".

Louis-Claude de Saint-Martin nos conjura a seguir el camino, ayudado por nuestro fiel compañero, y nos prepara para que la divinidad venga a instalarse en nosotros, para que el hombre renovado se encuentre hecho espíritu, en verdad, el sacerdote del señor y lleva a cabo finalmente su ministerio.

Pero no nos perdamos por la ingenuidad, ya que desde que tomamos consciencia del camino, el enemigo oculto en el fondo de nosotros mismos se manifiesta por sus ataques insidiosos, poniéndonos obstáculos y oposiciones. en esta dualidad cotidiana, no será raro estar a veces en resonancia con los principios que nuestro corazón llama, y a veces abrumados por el desánimo, las dudas y sus aliados .

El Filosofo Desconocido nos dice muy acertadamente: El hombre viejo debe ser de esta manera violentamente disuelto por el mismo fuego sagrado que tiene oculto en el mismo, y es necesario que en cada grado que ese fuego va a recorrer para recobrar su libertad y su esplendor, disuelva, corroa y pudra todas las sustancias heterogéneas que componen actualmente en ti al hombre de tinieblas y al hombre muerto.

Es con esa perspectiva que el hombre nuevo tomará su lugar, iluminado y en armonía con esta gran luz, y no con una doctrina externa, muerta, influenciada por los malos maestros. Prevendrá igualmente: Por sus pasos imprudentes, el hombre dejó morir esa fuente de vida, ya sea por su actitud errónea y criminal contra la divinidad, ya sea por sus falsos maestros que solo hicieron que se desviara su impulso prometedor. El hombre dejó que se cerrara esa mina por  los escombros que caes cada día, y se ha cubierto de tal forma que ya no creyó en su existencia, y después hicieron todo lo posible por impedirnos que creyéramos en ella e intentar trabajar en ella. 

A lo largo de su obra, L.C.S.M. insiste y anima al hombre a tomar el camino por la vía del corazón, el camino que se aleja de las repeticiones de palabras, el camino donde el soplo dulce de la sabiduría desarrolla su verdadera oración en él. Esa oración que da el orden, la confianza y la medida, alejará al enemigo lo mas lejos del lugar, para que su corazón siempre sea abrevado de esta agua como se nos dice en San Juan y en la Samaritana - la esposa de cinco esposos -, que ya nunca tendremos sed. Solamente podemos quedarnos admirados por estos análisis, y constatar que continúan siendo actuales, que nos conmueven y pueden ponerse en práctica en cualquier momento en nuestro recorrido como neófitos, y ese es el sentido verdadero de su obra.

Cualquiera sea la tradición a la cual uno se adhiera, la obra del Filosofo Desconocido nos ofrece un mensaje universal que resuena al interior de todos los hombres de deseo, y estos últimos no son en definitiva mas que hombres y mujeres que buscan con su corazón. Que uno sea Martinista, Rosacruz o que siga otro camino se trata ciertamente del Amor con una "A" mayúscula, que debe penetrar los corazones para fusionarse con el océano vibratorio que nos rodea, y para llevar a este "hombre nuevo" al punto de partida que nunca debería haber dejado.

San Pablo nos dijo: "Sin amor no hay nada"; y bien, sin amor, no hay nada, ya que el amor es para todo, el amor es todo. Quizás, es por eso que L.C.S.M. nos habla de esta amargura que podemos experimentar algunas veces diciéndonos que teníamos todo en un principio, y que al fondo de nosotros mismos, podemos sentir inconscientemente cierto pesar. esto confirma lo que dijo San Pablo: "¿No saben que son el templo de dios y que el espíritu de dios habita en ustedes?"

Por nuestro comportamiento, actuaremos en el hombre viejo que está dentro de nosotros mismos, para que el hombre nuevo tome su lugar, el lugar que nos mostró el reparador que fue, es y será la revelación universal.

Esta revelación no puede hacerse mas que por la puerta superior del corazón, esta puerta de la cual se nos dice que es estrecha. El hombre nuevo se desapegará cada vez mas de su antiguo modo de "pensar, hablar y actuar", por medio de una verdadera alquimia interna. ¿Acaso no tenemos la prueba en la satisfacción interna que experimentamos después d eun noble comportamiento? ¿No está en resonancia esta satisfacción con el principio que buscamos?


Fin   1ª parte
(José Nieto)







sábado, 21 de julio de 2012

ALGUNAS CONSIDERACIONES

El Martinismo no ha evolucionado, como algunos podrían pensar, hacia un gran cúmulo de ritos. Al contrario, las investigaciones han proseguido y nuevos ritos han sido escritos. Respetuosos de los símbolos esenciales de la tradición, estos ritos buscan completar y responder a las necesidades que hayan podido aparecer.
La historia del Martinismo nos muestra la fragilidad de la transmisión histórica real. Se concluye entonces que; las transmisiones, las grandes maestrías, los resurgimientos, etc. derivan a menudo solo de la dimensión espiritual. Unas cadenas históricas nacen seguidamente, pero ellas han nacido de una operación específica que ha tenido por objetivo contactar un plan y unos maestros que hayan podido insuflarle una energía, una autoridad verdaderamente iniciática. 
Evidentemente, la iniciación previa en las cadenas ocultas ligadas al egrégor correspondiente es un triunfo no despreciable en este tipo de trabajo. De este modo, se puede considerar que un individuo que posea la iniciación de los grados mayores del Rito Escosés Rectificado y con cierta filiación espiritual con Martinez de Pasqually y el egrégor de los Elüs Cohen. El ejemplo mas próximo a nosotros es aquel de la operación mágica en simpatía que había sido efectuada por Robert Ambelain, Robert Amadou y otros hermanos que utilizaronun rito Elüs Cohen para despertar la Orden y conectarla de nuevo con su egrégor. No existía ninguna certeza en la época respecto a la filiación histórica, pero el influjo espiritual y los resultados tangibles de las operaciones sirvieron para contactar con las fuerzas ancestrales de esta tradición e infundir una nueva energía que continúa aun hoy día.
Al principio nadie distingue este tipo de operación de los procesos de contacto individual. Se ha hecho todo lo posible para que así sea, para proceder de la misma forma y para buscar ponerse en relación con un egrégor particular. La ayuda de una ascesis particular de oraciones y de operaciones, en la medida que la intención sea pura, sincera y altruista, será a todas luces necesaria.
No somos entusiastas cuando decimos que tal operación debe cumplirse para alcanzar alguna gran maestría y crear así una ordenen la que el operador se convertirá, evidentemente, en el "gran jefe".
Es útil, antes de algunas prácticas, impregnarse del espíritu de la tradición y meditar entonces sobre los textos susceptibles de conducir el espíritu a una especie de comunicación inconsciente con los planos invisibles. Es, sin embargo, importante evitar las lecturas demasiado teóricas que apelan al intelecto. Buscamos, al contrario, actuar sobre la imaginación y la fe del individuo.
Para ello, aconsejamos utilizar por una parte "La imitación de Jesucristo" y por otra parte las obras de L.C de Saint Martin. Conviene leer cada día los pasajes de la primera obra de tal forma que os impregnéis lenta y regularmente. en el caso de las diferentes obras de Saint Martin, no debéis leer la totalidad de una obra del inicio hasta el fin. Es suficiente que abráis al azar, tan a menudo como sea posible una de las obras de este autor y que leais el pasaje correspondiente. Poco importa que lo comprendáis, lo esencial es que os impregnéis, la comprensión vendrá después. 
Os aconsejamos, seguidamente, utilizar oraciones sencillas, que sea extraidas de la tradición cristiana o Martinista (las 10 plegarias de Saint Martin por ejemplo). Es importante que esta práctica sea regular y cotidiana. El objetivo es una acción lenta, pero constante.

T.·. A.·.
Fr. Amorifer

lunes, 16 de julio de 2012

EL CREDO MARTINISTA

"Meditando sobre el sublime simbolismo del Rito Martinista, somos impelidos a realizar la siguiente profesión de fe:

1.- Creemos en un dios único y en una religión única como él, en un dios mas allá de todos los dioses y en la religión que es síntesis de todos los cultos. Creemos en la infabilidad del espíritu de caridad mas que en la temeridad dogmática de algunos hombres.

2.- Creemos en la libertad absoluta, en la independencia absoluta, en la realeza misma, en la divinidad relativa de la voluntad humana, siendo ella regulada por la soberana razón. Creemos que para enriquecerse es preciso dar, y que la felicidad individual no puede ir en contra de la felicidad de los demás.

3.- Reconocemos en el ser dos modos esenciales: la idea y la forma, la inteligencia y la acción. Creemos en la verdad, que es el ser concebido por la idea. Creemos en la realidad demostrada o demostrable por la ciencia. Creemos en la razón, que es el ser manifestado por el verbo. Creemos en la justicia, que es el ser en acción, siguiendo ésta sus verdaderas relaciones y sus proporciones razonables.

4.- Creemos que dios mismo, el gran principio indefinible de justicia no sabría ser el déspota ni el verdugo de sus criaturas, que no puede recompensarlas ni castigarlas, pero que la ley de la armonía universal lleva en si misma su sanción, de suerte que el bien en si mismo es la recompensa del bien, y el mal el castigo, pero también el remedio del mal."

Extracto del 
Ritual Martinista 
diseñado por Téder

domingo, 1 de julio de 2012

EL PODER DEL PERDÓN



Está pues comprobado, como hemos podido constatar, que Saint-Martin no ha descubierto la figura de la Divina Sophia por la sola lectura de Jakob Böheme, puesto que su primer maestro, Martines de Pasqually, le había ya transmitido ampliamente las claves espirituales necesarias y suficientes, a fin de aproximarse a esta santa y misteriosa noción. Reconozcamos, no obstante, que Böheme jugó un papel considerable en la profundización de los "gérmenes" sembrados primitivamente, por el extraordinario taumaturgo del que Saint-Martin fué intimo secretario, desde principios del 1771 a mayo de 1772 fecha de su partida hacia la Isla de Santo Domingo, dejando al filosofo de Amboise en la soledad de su estancia en Bordeaux. Sin embargo, con toda evidencia, tanto mas avanzara Saint-Martin en el seno de las íntimas luces con las que el cielo le gratificara, mas le parecerá necesario recalcar constantemente, con dulce insistencia, el incansable recordatorio sobrenatural que recibimos discretamente, casi desde nuestro nacimiento, buscando incitarnos a emprender seriamente la obra de nuestra puesta en conformidad con la Divinidad que nos quiere plenamente en ella, que desea vernos enteramente disponibles a su gracia bienhechora. Ahora bien, estas puesta de conformidad exige, por nuestra parte, una intensa colaboración con las intenciones divinas y nos obliga pues a una transformación efectiva de nuestro ser, gravemente degradado y marcado por el peso de la prevaricación, que debemos conducir con diligencia y solicitud, ya que lo que importa, mas que todo, es que podamos recobrar lo mas pronto posible la imagen primitiva que poseíamos y por la que sufrimos cruelmente por no conservar los rasgos originales. Y es cierto, como nos lo enseña Saint-Martin, que no es suficiente con ser capaz de descifrar, expresar y traducir las "maravillas de la sabiduría" de la que descubrimos, en nosotros y fuera de nosotros, los trazos de su indecible presencia trascendente; conviene, sobre todo e imperativamente, acceder a las mismas e idénticas prerrogativas que ella, a fin de pasar de una semejanza figurada, muy alejada de nuestro primer modelo, a una imagen real y sincera que nos abrirá finalmente las puertas de la gloria compartida para comunicar a la vez la sobrenatural felicidad.

Es en su obra que titulará "El Hombre Nuevo" y que hará de publicar bajo las prensas de la Imprenta del Círculo Social, el año IV de la libertad, según la indicación circunstancial dela época, es decir en 1792, que Saint-Martin vuelve una vez mas, algunos años después de haberlo hecho en sus dos primeros libros que son; "De los errores y la Verdad" (1775) y "El Cuadro Natural" (1782), sobre la importancia de la misión de la que somos portadores, misión consistente en proceder a una verdadera obertura en nosotros mismos para dejar lugar a la Santa palabra de Dios, lo que nos permitirá, si por felicidad nuestra lo logramos, volver a encontrar nuestro lugar bendito cerca del Eterno: "¿Por qué- se pregunta Saint-Martin- busca dios así al hombre, por tantos medios tan variados, repetidos, mantenidos y continuos? Es para que sea en todo detalle la imagen y semejanza de esa divinidad eterna, porque par que exista esta semejanza, no basta con que su palabra pueda repetir alrededor de él las obras de esa divinidad suprema, sino que es preciso que, lo mismo que ella, pueda ejercer tales derechos voluntariamente y por el privilegio sagrado de su santo carácter, para que, al compartir los poderes de su principio eterno, comparta también su gloria y sea de este modo la imagen real de este principio, en vez de no ser nada mas que, como la naturaleza, una imagen figurativa". (El hombre Nuevo, op.cit. 23, pág. 125)


La sabiduría, por "su suave soplo", nos instruye Saint-Martin, va a contribuir a elevar la plegaria de Nuevo Hombre, a conducirlo con seguridad de manera que pueda apartar las artimañas del enemigo, y avanzar por un camino armonioso que lo hará digno de recibir las salvadoras gratificaciones celestes: "Ese es pues el suave soplo de esta sabiduría que desarrollará en el hombre nuevo su verdadera plegaria, que es la acción natural de su ser; pues esa plegaria no debe tener otro objetivo que mantener en el hombre el orden, la seguridad, la mesura; ella debe hacer que el enemigo esté siempre alejado, que el corazón del hombre esté siempre saciado en la fuente de aguas vivas, y que su pensamiento sea como un hogar en el que las luces divinas se reúnen para reflejarse a continuación con mayor esplendor". (Ibid. 49. pág. 286)


Paralelamente y de manera complementaria al cumplimiento de esta plegaria que tiene que liberar al hombre de los peligros de que está rodeado contribuyendo a la edificación de este hogar que vendrán a iluminar las luces divinas, la sabiduría juega un papel esencial por su acción decisiva respecto a las "influencias vivas" que ella dirige y orienta hacia el corazón del hombre, dándole la posibilidad de bañar su espíritu en las agua apacibles de la estancia de paz y armonía en que había estado situado en el origen de los tiempos, y de la que fue desgraciadamente separado por su culpa, separación que lo obliga a soportar ahora la dureza de un doloroso exilio. Saint-Martin nos recuerda a este efecto: "Aunque el hombre haya nacido para el espíritu, no puede sin embargo gozar de sus dulzores y de las luces del espíritu, mas que en la medida que él comience a hacerse espíritu. He aquí porque la sabiduría activa e invisible no hace descender continuamente su peso sobre el hombre a fin de que reúna sus fuerzas y sus principios de vida espiritual. Ademas, esta sabiduría activa e invisible no hace descender su peso sobre el hombre, sin verter en su corazón algunas de las influencias vivas de las que ella es órgano y ministro, y entre las cuales hace eternamente su morada. Cuando ha preparado así al hombre y el hombre no lo ha contraído en sus deseos, entonces transporta al espíritu del hombre a la morada de esta luz, donde el tuvo su origen, y allí el hombre se sacia sin turbación ni inquietud como la sabiduría misma, porque por los cuidados que ella le ha procurado, su corazón se ha hecho puro, como ella, e independiente de los movimientos tan inciertos de la frágil rueda de los tiempos, lo superior y lo inferior se encuentran par el en esta perfecta analogía, siente que la paz que descubre en estas regiones invisibles se encuentran igualmente en el mismo; no sabe si su interior se encuentra en este exterior divino o si este exterior está en su interior, lo que siente es que todo esto le parece uno para él, que todas estas cosas, y él, tienen el aspecto de no ser mas que una sola y misma cosa" (El Hombre Nuevo op. cit. 50 pág. 291)


Por Carmelo Ríos

domingo, 27 de mayo de 2012

LA BASE DE LA INICIACIÓN MARTINISTA


Un ritual de la Orden nos lo dice en los siguientes términos:
"Encierra una filosofía de nuestro venerable maestro, basada especilamente en las teorías de los egipcios, sintetizadas en Pitágoras y su escuela. Contiene en su simbolismo; la clave que abre el rumbo de los espíritus y que no está cerrada; secreto inefable, incomunicable y únicamente comprensible al verdadero adepto. Este trabajo no profana la santidad del Velo de Isis por imprudentes revelaciones. El que es digno y está versado en la historia del Hermetismo, en sus doctrinas y en sus ritos, en sus ceremonias y jeroglíficos, podrá penetrar la secreta, pero real significación del pequeño número de símbolos ofrecidos a la meditación del Hombre de Deseo".
El Martinismo es una escuela de alto hermetismo que se descubre a muy poca gente, prefiriendo la calidad a la cantidad, como cualquier asociación que no desea tener acción política y que si piensa proceder socialmente, prefiere elevar a la muchedumbre hacia la selección en vez de descender la selección hasta la muchedumbre.
La iniciación Martinista es el resultado de una enseñanza, pero hay en su desarrollo una parte inmensa de formación personal. Cualquier poder concedido por la naturaleza, a la sociedad, para ser útil, debe desarrollarlo y adaptarlo a su función aquel que ha de beneficiarse. Existe una cualidad de alma que caracteriza esencialmente al verdadero Martinsta;  es aquella afinidad entre espíritus unidos por un mismo grado en sus posibilidades de comprensión y de adaptación, por un mismo comportamiento intelectual, por las mismas tendencias, de todo lo cual se sigue la obligatoria constatación que el Martinismo está compuesto exclusivamente por seres aislados, solitarios, que meditan en el silencio de su gabinete, buscando su propia iluminación.
Cada uno de estos seres tiene el deber, una vez que ha adquirido el conocimiento de las leyes del equilibrio, de transmitir su comprensión a su alrededor, a fin de que quienes deban comprender, participen de aquello que el crea constituye la verdad de su vida espiritual. Es aquí, entonces, donde interviene la misión de servicio del Martinismo, es solamente en este sentido que esta corriente espiritual especial, encuentra lugar en la tradición occidental.
La Orden Martinsita conservó intactas las constituciones de las fraternidades iniciaticas que han predecedido a la revolución masónica de 1773 y debe su intensa vitalidad a esta organización.
Los asuntos de dinero son casi desconocidos en la orden, las cotizaciones al tronco de la viuda, los derechos por los diplomas, no existen; y los grados son conferidos siempre al mérito y no pueden nunca ser objeto de tráfico.
Todo jefe de logia es el propietario de su logia y debe cubrir la mayor parte de sus gastos, y por regla general, todo oficial d ela orden debe cubrir personalmente las expensas necesarias involucradas en el ejercicio de su cargo.
La filiación a la Orden Martinista es buscada, sobre todo, por la instrucción que lleva bastante lejos y que comprende al estudio profundizado de las ciencias simbólicas y herméticas. Por otra parte, la Orden abrió sus portales tanto a hombres como a mujeres y no demanda a sus miembros ningún juramento de obediencia pasiva, ni tampoco les impone ningún dogma, acepta sin distinción a todos los que sienten en sus corazones el amor al prójimo y que desean trabajar por el bien común.
El objetivo a alcanzar por el Martinismo es y será siempre la espiritualización de los individuos y de las sociedades. El enemigo es siempre el mismo; el materialismo reforzado por el agnosticismo. Es por ello que si se quiere implantar el espiritualismo en los medios actuales, es preciso partir de bases científicas irrefutables, estudiar tanto la materia como los fenómenos a los cuales sirve de soporte, como a si mismo el elemento divino, es decir; el espíritu.

Hermanubis

jueves, 26 de abril de 2012

EXPLORANDO EL ZOHAR


Todos nuestros órganos de percepción trabajan bajo el principio del descubrimiento de lo contrario, traduciendo a negativo todo lo que perciben. Por eso, aquello que nos parece externo, en realidad lo vemos dentro. Percibimos una imagen inversa y sólo después le damos la vuelta en nuestro cerebro. ¡No tenemos otra posibilidad de percibir el mundo, porque somos las creaciones! ¡Sólo podemos descubrir algo a base de falta, es decir, la imperfección en nosotros! Entonces, esta falta pasará a
ser llamada luz.

Por eso, lo espiritual se nos presenta como oscuro y repelente; no estamos de acuerdo con ello y no lo deseamos. No nos parece inteligente eso de dar y amar al prójimo. El Zohar nos habla de las cualidades del Creador, pero ¿cómo saber cuáles son? Si sabemos solamente recibir, ¿cómo podemos sentir qué es el otorgamiento? Es el mundo escondido de nosotros, la realidad que no sentimos.

El Zohar nos explica cómo empezar a sentir, poco a poco, lo que por ahora esta fuera de nuestra percepción y no se percibe ni con el corazón, ni con la mente. No puedo expresarlo con palabras, porque éstas tratan sobre percepciones y entendimientos. Y si detrás de ellas no hay ninguna sensación, las palabras vuelan y no las escucho. Pero si el hombre lo desea, la luz empieza a trabajar poco a poco dentro de él. Y después, como se ha dicho: “¡Se afanó y encontró!”

Si estoy leyendo junto con los otros y tengo la esperanza que esto me ayudará, entonces sucederá la revelación. ¡El mundo espiritual se encuentra aquí, delante de nosotros, pero no lo podemos percibir ni con el corazón, ni con la mente! Cuando empezamos a sentir, poco a poco, que éste se encuentra en alguna parte, muy cerca, pero que no podemos percibirlo… esto ya es un gran logro. Sigue leyendo con esta sensación de falta y el Zohar te dirá más…

Rav M. Laitman, Cabalista.


Descargar el Zohar:

http://www.kabbalah.info/es/el-libro-del-zohar/descargar-el-zohar

jueves, 5 de abril de 2012

MEDITACIONES EN LOS 72 NOMBRES DE DIOS


La Kabbalah enseña que todo ser humano comparte el mismo propósito máximo en la vida que es recibir la felicidad y plenitud total que Dios desea para nosotros. Pero mientras que esto es fácil de decir, la realidad es que se necesita un verdadero trabajo espiritual para eliminar tendencias negativas que nos separan de los regalos de la vida.
Una de las enseñanzas más importantes de la Kabbalah es que no estamos solos en esta tarea de la vida. Hay herramientas poderosas que nos pueden ayudar, incluyendo la misma Biblia. La Kabbalah nos dice que la Biblia no es ni un tema para discusión académica, ni un libro de mandamientos y prohibiciones que deben de ser tomados literalmente. Más bien, la Biblia es un documento codificado en el cual los verdaderos secretos del universo se encuentran escondidos, incluyendo la increíble tecnología espiritual conocida como los 72 Nombres de Dios.

¿Qué son exactamente los 72 Nombres? De acuerdo a las enseñanzas kabbalistas, las 72 combinaciones únicas de las letras Hebreas del Capítulo 14 del libro del Éxodo crean una vibración espiritual que sirve como antídoto poderoso en contra de la energía negativa del ego humano y actúan como índice a unas frecuencias específicas espirituales. Simplemente mirando las letras, así como cerrando tus ojos y visualizándolas, puedes conectarte con esas frecuencias. Esta revelación es un paso hacia delante crucial en el trabajo de los Eruditos kabbalistas a través de miles de años.
Cada generación nueva de justos ha avanzado en su tarea de decodificar la Biblia, cada uno basándose en el trabajo del que vino antes, cada uno contribuyendo a la sabiduría kabbalística. El propósito y compromiso del Centro de Kabbalah es de continuar este trabajo. El erudito de Kabbalah Yehudá Berg dedicó cinco años a la investigación y descubrimiento de los significados ocultos de las letras de las que constan los 72 Nombres. Su revelación ha sido un gran avance en la larga historia de la Kabbalah.
La clave para conectar con el poder de los Nombres se encuentra en los pasajes bíblicos específicos en los cuales fueron descubiertos. Como describe la Biblia, 600,000 Israelitas se encontraban parados a las orillas del Mar Rojo. El faraón y el ejército Egipcio estaban persiguiéndolos. Con el agua al frente y los enemigos detrás, no parecía haber ningún lugar a donde podían ir los Israelitas. Lo único que podían hacer era pedir desesperadamente salvación a Dios. Y ¿cuál fue la respuesta del Creador a sus lamentos? Este es uno de los pasajes más estudiados y debatidos por los eruditos en la Biblia. La respuesta de Dios fue: "¿Por qué me lo piden a mi?" ¿Pero a quién mas podían llamar los Israelitas si no a Dios? Los kabbalistas explican que este pasaje contiene un mensaje codificado explicando los secretos de la naturaleza humana y la forma de superar los retos que nos encaran a lo largo de nuestra vida.
En su comentario de este pasaje, el Zóhar, la fuente de toda sabiduría kabbalista, explica que en verdad no había necesidad de ayuda del Creador, porque en ese momento Moisés reveló los 72 Nombres, y la conciencia colectiva de la gente se elevó. Pero ni una sola molécula de agua se movió hasta que la gente misma se acercó físicamente hacia el mar con certeza absoluta. Solo cuando el agua les llegó al cuello, todavía manteniendo certeza absoluta que el agua se partiría, fue que se abrió el mar despejándoles el camino a su libertad.
Como el Zóhar aclara, el propósito de los 72 nombres está escondido en la historia donde fueron encontrados. Los nombres son una herramienta para ayudar a la humanidad a tener control sobre el caos al controlar nuestra naturaleza física; el único obstáculo es nuestro ego. Solo al superar nuestro ego desde sus propias fundaciones nos trae control sobre el mundo físico, y ese es el propósito de los INSTRUMENTOS QUE SON LOS 72 NOMBRES.
El Zóhar va más allá y explica que, a pesar de lo que podríamos llegar a pensar, nuestro ego no es en verdad quiénes somos. Más bien, los kabbalistas describen al ego como una vestimenta, una cortina que esconde la Luz de nuestra verdadera naturaleza. Nuestro propósito en este mundo es eliminar esta vestimenta que esconde nuestra verdadera esencia y potencial.

Por Berg Yehuda

viernes, 9 de marzo de 2012

EL DESPILFARRO

Se debería reflexionar en la cantidad de trabajo, ensayos infructuosos y de ingeniosidad que fueron necesarios para fabricar las mil pequeñas cosas que arruinamos; cuantas energías fueron puestas en marcha para que pudiéramos saborear un pedazo de pan. Si, por la noche, recapitulamos la jornada, cuántas fuerzas gastadas inútilmente; cuantos objetos tirados, alimento perdido, palabras infructuosas, movimientos sin razón, sueños sin objetivo; cuantas fuerzas destruidas por capricho o por ociosidad.
La naturaleza nos toma en cuenta todo: en una flor destrozada, como en un gesto vanidoso. En todos sus dones, estamos incluidos; que los dejemos improductivos, que se abuse o que los dilapide, el resultado futuro será idéntico. Aquel que tire el pan al arroyo se condena él mismo a sufrir de hambre; aquel que maltrata o extenúa a sus animales se condena a que algún día ya no tenga con que alimentarlos, aquel que desgasta su fuerza física o su inteligencia sin motivo se las verá empezando de nuevo.
El medio de mitigar las consecuencias de nuestro aturdimiento, es establecer un control sobre nosotros mismos, hacer cada cosa en su tiempo, jamas perder de vista que somos parte integrante de un gran todo; el invisible nos enlaza a unos a otros mucho mas íntimamente de lo que las células de nuestro cuerpo físico lo están entre sí, nada se pierde de las energías que emitimos; nada es sin valor de lo que la naturaleza, o la sociedad, ponen al alcance de nuestra mano.

Sedir

martes, 10 de enero de 2012

EL MARTINISMO Y LA ROSA+CRUZ


Desde el siglo XVIII°, el Suroeste de Francia ocupa un lugar importante en el mundo hermetista. Fue el lugar de nacimiento de famosas corrientes religiosas resultantes del gnosticismo, de Altos Grados masónicos y de varias escuelas Rosa+Cruz y kabalísticas. 

Esta región, continuó siendo una cantera inevitable del origen de sociedades iniciáticas occidentales. 
En lo que concierne a la Rosa+Cruz, su nacimiento surgió en Alemania, pero se recuerdan los carteles colocados en París que pudieron ver un buen número de individuos en el sendero de la iniciación. Nacida en medio de la reforma alemana, desarrolló un enfoque simbólico, místico, alquímico y a veces mágico. Vemos muestras claras en los textos de referencia que permanecen: Las Bodas Químicas de Cristian Rosa+Cruz y el Manifiesto Rosa+Cruz (Fama y Confessio Fraternitatis). 
Con certeza esta corriente existía en el Suroeste de Francia. El vizconde Luis-Carlos-Edouard de Lapasse (1792-1867), médico y esoterista, fue su animador en Toulouse hacia 1850. Los temas hermetistas y ocultistas eran corrientes en esta región y la naturaleza de los escritos de Lapasse es certificada por el esoterista Simon Brugal (su verdadero nombre era Firmin Boissin que vivió de 1835 a 1893). Las corrientes Rosa+Cruz de esta región permitieron el encuentro entre la tradición mística y simbólica alemana y las corrientes hermetistas mediterráneas. Eso explica la orientación egipcia que tomó Spencer Lewis cuando fundó la AMORC después de haber sido recibido en un círculo Rosa+Cruz en Toulouse. La Rosa+Cruz de la que hablamos estaba, por su aporte de hermetismo, orientada más hacia la ritualidad operativa, la alquimia, la astrología y a una determinada forma de teurgia. 
La Rosa+Cruz era ciertamente independiente de la Francmasonería, pero sus miembros estaban activos en la mayoría en los distintos grados. Crearon distintos grupos de tendencias hermetistas, kabalísticas y egipcias. Por prudencia, el corpus entonces estudiado y practicado no fue revelado como tal al público. Encontramos los trazos en los ritos masónicos de Altos Grados del siglo XVIII° y en los escritos de Lapasse y Jollivet Castelot. 
Los historiadores y escritores, testigos del trazado exterior de estas corrientes, pudieron situar algunos de estos elementos. No obstante no han sabido ver siempre las relaciones entre ellos ya que uno de los aspectos importantes permanece en el contacto directo entre los iniciados y su voluntad de transmitir sus investigaciones y conocimientos. La Orden Kabalística de la Rosa+Cruz se sitúa en esta continuidad y ella es una de las raras excepciones en haber conservado una parte importante de sus ritos y prácticas internas. 
El Marqués Stanislas de Guaita leyó en 1.884 el libro escrito por Joséphin Péladan "El Vicio Supremo" ("Le Vice Suprême"). Atraído por la mística de Péladan entró en contacto con él, pero también con su hermano Adrian Péladan, que estaba vinculado a una Orden Rosa+Cruz de Toulouse dirigida por Firmin Boissin. Fue a través de estos contactos que recibió la transmisión de la corriente hermetista de la Rosa+Cruz, una gran parte de su enseñanza y una misión. Tuvo la carga de reunir en una Orden la auténtica iniciación Rosa+Cruz, con una formación teórica de calidad centrada en las ciencias tradicionales y en los autores clásicos así como en un planteamiento ritual preciso, serio y riguroso. 
El único aspecto que debía seguir siendo visible era la enseñanza, y los estudios hasta ese momento fueron un poco descuidados en estos grupos ocultos. 
Inmediatamente después de esta formación y transmisión, Stanislas de Guaita, entonces muy joven, escribió varios libros ocultistas. En 1888, Stanislas de Guaita, de 27 años de edad, funda "La Orden Kabalística de la Rosa+Cruz", dirigida por un Consejo Supremo compuesto de doce miembros, de los cuales seis de ellos seguirían siendo desconocidos "de tal manera que la Orden pudiera resucitar en caso de deceso". 
Esta fecha no fue elegida por azar. La Fraternidad de la Rosa+Cruz de Oro alemana originaria seguía un ciclo de 111 años. Su sistema de grados se había reorganizado en 1.777. Stanislas de Guaita, según las directivas recibidas, exteriorizó la Orden 111 años después, en 1.888 como dijimos más arriba.
Entre los miembros conocidos podemos notar a: Stanislas de Guaita, como primer Gran Maestro; PAPUS (Gérard Encausse) restaurador del Martinismo; Joséphin Péladan que se separó en 1.890 para fundar su propia Orden de la Rosa+Cruz, esencialmente centrada en la investigación estética. 
La O.K.R+C atrajo inmediatamente a los ocultistas europeos más influyentes de este tiempo como: Paul Adam [1862-1920], Jollivet-Castelot, August Reichel, el Abad Alta [cuyo verdadero nombre era Calixte Mélinge (1842-1933), cura de Morigny, en la diócesis de Versalles, que sustituyó a Péladan], Francois-Charles Barlet [seudónimo de Albert Faucheux 1838-1921] uno de los fundadores de la sociedad teosófica en Francia, Marc Haven [Dr. Lalande, 1868-1926 ], Edouard Blitz, August Strindberg [1849-1912], Gabron y Torón, Victor Blanchard [Sar Yesir, ¿?- 1953 ], Spencer Lewis, Lucien Chamuel, Paul Sedir (Yvon Le Loup) [1871-1926], Pierre Augustin Chaboseau, Maurice Barrès, Emile Victor Michelet [1861-1938] y muchas otras figuras muy conocidas. 
Papus, testigo y participante del nacimiento de otras corrientes Rosa+Cruz de origen británico (Golden Dawn), escribió con respecto a la Orden Kabalística de la Rosa-Cruz: 
"El movimiento Rosa+Cruz habría continuado en silencio, o al abrigo de otras organizaciones iniciáticas, si ocultistas extranjeros no hubieran pretendido el arrancarlo de Francia - lugar de elección de las tradiciones occidentales - su origen, para involucrarlo en un movimiento que debía cambiar el eje de gravitación del esoterismo, y colocarlo fuera de París [...] Habría sido un sacrilegio dejar destruir la obra de los Maestros de occidente. Por eso se decidió en primer lugar que se emprendería un movimiento de difusión, destinado a seleccionar por el trabajo y el examen, a los iniciados capaces de adaptar la tradición esotérica al siglo que iba a abrirse".
Paradójicamente se saben muy pocas cosas sobre la Orden. Sus rituales permanecieron para la mayoría desconocidos e incluso a veces se dudó de la naturaleza de su estructura iniciática. 
Sobre su aspecto más conocido, el del estudio y la formación, se estudiaban en esta Orden las obras de Eliphas Lévi, Bulwer-Lytton [1803-1873], Fabre d`Olivet, Wronsky, Jacob Böhme, Emmanuel Swedenborg, Martínez de Pasqually y Louis-Claude de Saint-Martin. Todos fueron grandes místicos y esoteristas, contribuyendo a la difusión del conocimiento y la espiritualidad. 
Las generaciones de ocultistas franceses, europeos que han perpetuado las tradiciones iniciáticas y los misterios de Occidente, fueron grandemente influidos por esta extraña escuela. Fue el caso por ejemplo de Saint-Yves d`Alveydre [1842-1909] y su concepto de "Sinarquía", o también el de Rudolph Steiner. 
La Orden Kabalística de la Rosa+Cruz fue continuo inspirador de las corrientes espirituales occidentales. Es interesante observar que la mayoría de los representantes de la Orden recibieron la misión de crear una escuela que estuviera vinculada de manera invisible con la tradición madre. 
Nos encontramos de cara ante una paradoja que nos coloca ante la más pura tradición de Occidente: una visibilidad esencialmente cultural y espiritual de la Orden, un secreto sobre los ritos perfectamente conservado por los iniciados y un aprendizaje clásico y ritual de gran calidad. 
Con este espíritu es que se concibió la Orden y que siguió perpetuándose, a la vez a nivel exterior e interior u oculto, en el Seno del Colegio Invisible de los seis Hermanos de la Orden y el Patriarca Rosa+Cruz que dirige a este grupo. 
Los Grandes Maestros exteriores de la Orden después de Guaita fueron: 
" François Charles Barlet (Albert Faucheux) [de 1897 a ¿ ?] 
" Gérard Encausse (Papus) [de ¿? a 1916] 
" Charles Detre (Teder) [de 1916 a 1918] 
" Jean Bricaud (en 1922 Bricaud crea una Sociedad ocultista internacional, con el médico Joseph Ferrua relacionado con Jollivet-Castelot.) 
Es interesante comprender cómo funcionaban esta representación y sucesión. El Gran Maestro exterior era un representante público de la Orden que actuaba bajo el control de la Orden interior y el Patriarca Rosa+Cruz era la verdadera dirección oculta de la Orden. Este representante exterior no estaba autorizado a revelar ninguna cosa por iniciativa propia. Este método de funcionamiento es en parte explicado en las obras de Fabre d'Olivet. 
Hasta Bricaud, el Patriarca Rosa+Cruz era al mismo tiempo el Gran Maestro de la Orden exterior. 
Después la Orden exterior cesa de existir como tal. La transmisión de Gran Maestro no es ya más que honoraria y queda asociada a algunas responsabilidades en la francmasonería egipcia, el martinismo o el gnosticismo. Es fácil darse cuenta ya, que los personajes a los que se refieren a este respecto no tuvieron nunca el conocimiento de la iniciación y los ritos internos de la Orden. Constant Chevillon y Robert Ambelain fueron los únicos en recibir algunas apreciaciones y técnicas resultantes de la Orden interior y fueron también autorizados a ponerlos en práctica con la creación de las Órdenes de las que ellos estaban a cargo. 
En cuanto a la Orden Interior, la sucesión ininterrumpida siempre fue transmitida con la misma cuidada exigencia de la Orden Rosa+Cruz de origen y en la región que había sido el crisol del hermetismo Rosa+Cruz: el Suroeste de Francia. 
Jean Bricaud, entonces a la vez Patriarca Rosa+Cruz y Gran Maestro exterior de la Orden, transmitió el cargo oculto a Luis-Marie François Giraud (1921), religioso que desempeñó un gran papel en el desarrollo de la Iglesia Católica Galicana. Jean Brouillet fue su sucesor, luego Patrick Truchemotte, el último Patriarca Rosa+Cruz en activo. Fue en 1.988, tras una reunión martinista en su presencia, que volvió a poner su herencia oculta y algunos objetos rituales que señalan esta transmisión al que iba a asumir este cargo, el nuevo Gran Patriarca Rosa+Cruz.
Los objetos martinistas y Rosa+Cruz volvían de nuevo a iluminar el altar de los Maestros pasados de la Orden. 
En resumen esta es la historia de esta importante escuela iniciática. El lugar que ocupa el Martinismo en su seno es poco conocido y por ello nos parece interesante abordarlo también aquí. Esto arrojará una luz suplementaria acerca del Martinismo original y sobre la forma en que las primeras Órdenes Martinistas fueron organizadas.

El Martinismo en la Orden Kabalística de la Rosa+Cruz
Unos meses después de crear la Orden Kabalística de la Rosacruz, más de ochenta años después de la muerte de Saint-Martin, Papus y Chaboseau, ambos miembros de la dirección de la Orden, descubrieron que habían recibido una filiación que se remontaba al célebre teósofo de Amboise.
Papus afirmó que había sido iniciado en 1.882 en el grado S.I. "Supérieur Inconnu" por Henri Delaage, quien ostentaba tener un lazo directo con Saint-Martin mediante el sistema "de las iniciaciones libres". En cuanto a Chaboseau, su filiación le habría sido transmitida por su tía Amélie de Boisse-Mortemart. Ambos decidieron iniciarse mutuamente e informaron inmediatamente a los demás responsables de la Orden. Papus y Chaboseau confirieron esta filiación esencialmente espiritual de Louis-Claude de Saint-Martin a la Orden Kabalística de la Rosacruz. Como declaró Delaage, esta transmisión estaba materializada sólo por "dos cartas y algunos apuntes". 
Inmediatamente consciente de la riqueza de esta herencia, la Orden dio cuerpo a esta transmisión asociándo la iniciación del " Philosophe Inconnu" al sistema masónico de H.-T. de Tschoudi. Más tarde, esta ceremonia del "Supérieur Inconnu" se convirtió en el grado preliminar de la Orden. La versión masónica que era en el origen esencialmente simbólica fue, de este modo, activada por los conocimientos operativos de los miembros de la Orden. La Estrella Flameante pudo volver a irradiar plenamente de nuevo.
A partir de este momento, todo nuevo miembro de la Orden Kabalística de la Rosacruz primero debía ser recibido Supérieur Inconnu, Adepto de Saint-Martin. 
Este primer grado de S.I. constituye el fundamento moral y espiritual de la Orden. Es la condición previa.

Como hemos visto a lo largo de esta obra, Louis-Claude de Saint-Martin fundó una "petite école à Paris" (pequeña escuela en París), unos años después de la muerte de su maestro Martínez de Pasqually. Esta sociedad (comunidad) tenía como meta la espiritualidad más pura. Integró las doctrinas de Martínez a las suyas e instauró como único grado el de S.I.. Este título era una recuperación de la denominación distintiva de la dignidad suprema de los miembros del Tribunal Soberano de la Orden de los Elus-Cohen. 

En la mayor parte de las sociedades secretas, la iniciación se hacía por grados. Sin embargo, Saint-Martin eligió instaurar una transmisión ante todo moral y espiritual. Se trataba de recibir la llave que abre la puerta interior del alma por la cual el hombre se comunica con las esferas del Espíritu. Este nivel de preparación y compromiso no requería ninguna otra condición, ningún intermediario. Sólo se requieren una manifestación del deseo, un compromiso del alma y un despertar de la voluntad recta. 
Los principios eran a la vez idénticos y diferentes a los de la Orden de los Elus-Cohen. Las técnicas y las preparaciones ritualísticas, por ejemplo, siempre han sido relativamente sencillas en la escuela de Saint-Martin. Consideraba que la preparación era el resultado de la vida que uno lleva interna y externamente. En esta vía mística, a diferencia de ciertas etapas mágicas y teúrgicas, es nuestro trabajo interior diario, nuestra "actitud moral de pureza" la que hace de preparación. Esto significa que todas las preparaciones ritualísticas son inútiles para aquél que no observe esta actitud interior... Es la única condición al acercamiento a una verdadera pureza interior. 
Por esta razón es por la que la Orden Kabalística de la Rosacruz siempre ha considerado este grado como condición moral previa a la formación emprendida. Pues no era necesario, en este caso, hacer de ella una Orden. 
Esta primera etapa de S.I. es pues fundamental y paradójicamente no necesita más que una formación teórica mínima. Este estado es espiritual y constituye una actitud interior indefectible. ¿Cómo imaginar que hace falta estudiar kábala, teología o cualquier otra ciencia para comprometerse moralmente con tal actitud interior?. El intelectual no tiene nada que ver con este tipo de toma de consciencia. La formación es de otro Orden, está encaminada a grados y etapas diferentes. 
He aquí lo que fue la Orden Martinista en los orígenes. Hizo falta esperar a Papus y a sus sucesores para que naciera una voluntad de hacer del martinismo una Orden estructurada en grados, que conducen a la única iniciación transmitida por Saint-Martin. 
Unos años más tarde, en 1.891, la Orden Kabalística de la Rosacruz pidió a Papus que desarrollara la Iniciación de Supérieur Inconnu bajo la forma de una Orden exterior cuyo papel esencial sería la espiritualidad y la Caballería Cristiana. Papus eligió estructurarla según la escala masónica de tres grados. La única y real iniciación fue evidentemente la última, la de S.I. (Supérieur Inconnu). Ninguna ambigüedad en la misión confiada a Papus. Se trataba de permitir al mayor número de personas descubrir el pensamiento de Saint-Martin y emprender la actitud moral representada en la más pura forma de Caballería Cristiana. 
Esta estructura dio cierto carácter perenne a la Orden Martinista que continuó desarrollándose después de la muerte de Papus y ramificándose según la vicisitudes de su historia.
Por su parte, la Orden Kabalística de la Rosacruz, fiel a su método, continuó aceptando en su seno a los candidatos que previamente han recibido ya la iniciación de Supérieur Inconnu o bien se la transmitía según la forma original como condición previa a la formación emprendida en su seno.

Por Jean-Louis de Biasi
   

lunes, 17 de octubre de 2011

YESHOUAH


Papús tuvo el cuidado de colocar en el timbre de los documentos de la Orden Martinísta la expresión modelo: A la Gloria de Yeshouah, Gran Arquitecto del Universo. Con esto dio al Martinismo una tonalidad especial. Es al propio Saint-Martín que la Orden debe, no sólo su sello, sino también el nombre místico del Cristo (?) que orna todos los documentos oficiales del Martinismo - decía Papús. Aunque, Louis Claude de Saint-Martín nunca usa esa expresión en sus obras. Partiendo de este hecho, es interesante intentar analizar brevemente la fórmula usada por Papús, tratando de considerar los diferentes aspectos que ella evoca en la Tradición y, especialmente, en el Martinismo.

La Cábala Cristiana
Según la tradición judaica, el nombre del Dios Todo-Poderoso se escribe con cuatro letras o un Tetragrama compuesto por las letras Yod, He, Vav y He. en el siglo XV nació en Italia una corriente cabalística especial, la Cábala Cristiana. Los Cristianos veían en la Cábala un instrumento adecuado para demostrar la veracidad del cristianismo. Para ellos, el nombre de Dios, antes del cristianismo, estaba representado como un Tetragrama porque Dios no se había todavía manifestado totalmente a los hombres. Ellos consideraban que, con Jesucristo, Dios se reveló verdaderamente, y probaban esa demostración apoyando se en el nombre hebraico de Jesús, Yehoshúa, que escribían añadiendo la letra Shin en el centro del Tetragrama.
En el siglo XV, Pico de la Mirándola reconvirtió en promotor de esa teoría que fue popularizada por el libro de Johann Reuchlin, "De Verbo Mirifico". Papús, que era un apasionado por la Cábala, introdujo en el Martinismo del siglo XX la costumbre de llamar a Cristo por el nombre de Yehoshúa. ¿Era consciente de las teorías que el Renacimiento había asociado a ese nombre? No hay certeza alguna al respecto, pues su libro, "La Cábala, Tradición Secreta del Occidente", no muestra interés por ese aspecto de la Cábala.

El Gran Arquitecto
Philibert Delorme, hablando de Dios en su tratado de arquitectura, usó en 1567 la siguiente expresión: ese Gran Arquitecto del Universo, Dios Todopoderoso. Parece haber sido el primero en usar el concepto del Gran Arquitecto del Universo. Esa idea de un Dios que ordenó el Universo como un Dios viene probablemente de los cabalistas cristianos como François Georges de Venise (Cf. De Harmonia Mundi), sin embargo esa noción no está ausente de los Evangelios. Otros después de Philibert Delorme retomaron esa teoría, notablemente Kepler en su Astronomía nueva. En el siglo XVIII, esa expresión fue adoptada por la Francmasonería, que de ella hizo un punto clave de su simbolismo. El Martinismo nació en la dependencia feudal masónica del siglo XVIII; es entonces normal que en el se encuentre la referencia al Grande Arquitecto del Universo. No obstante, esta expresión toma en el Martinismo una tonalidad particular que merece ser destacada.
Contrariamente a ciertas tradiciones que asocian el Grande Arquitecto del Universo con Dios, en el Martinismo y particularmente entre Martínez de Pasqually y sus discípulos, es al Cristo que esa denominación se refiere. La expresión Gran Arquitecto del Universo no aparece en el célebre tratado de Martínez, mas es encontrada en los rituales y "catecismos" de la Orden de los Elus Cohen. Cabe resaltar que, para el autor de "Tratado de la Reintegración de los Seres Creados", el Cristo no es Dios en el sentido específico que le atribuye la teología cristiana. En efecto, Martínez de Pasqually tenía una concepción particular de la naturaleza del Cristo.

L'Angelos-Christos
Martínez califica al Cristo como Espíritu doblemente fuerte y lo clasifica en una de las cuatro categorías de los primeros seres emanados, la de los espíritus octonarios. Leyendo a Martínez, nos podemos preguntar si el Cristo no constituye por si solo la categoría que él llama de espíritus octonarios. Esa postura que hace del Cristo una especie de ángel superior no es una innovación. Tuvo origen en el Cristianismo primitivo. En efecto, si estudiamos la historia del cristianismo y, especialmente, la que concierne a la Cristología, constataremos luego que los primeros cristianos no veían en el Cristo al propio Dios encarnándose en el mundo. En cambio, podemos constatar que el concepto de un Ángel-Mesías, de un Angelos-Christos, domina el pensamiento del cristianismo hasta la segunda mitad del siglo II. En la literatura cristiana de los primeros siglos, el Cristo recibe algunas veces el calificativo de ángel y los Padres de la Iglesia le dan el título de ángel del Gran Consejo, un concepto tomado de Isaías. Es preciso enfatizar que las divergencias de opinión de los primeros cristianos en cuanto a la naturaleza del Cristo eran importantes y dieron lugar a numerosas controversias. Fue sólo en el siglo IV, con el Concilio de Nicea, que el dogma de la divinidad del Cristo fue impuesto a todos los cristianos.

Los nombres del Cristo
Para designar al Cristo, Martínez usaba diversos nombres, cada cual destacando un aspecto del misterio divino. A veces lo llama el Mesías, nombre que Ronsard había empleado algunos siglos antes. A veces, como Bossuet, Pascal o Corneille, lo llama el Reparador. Usa también los términos, la Sabiduría, para designar al Cristo. Esas diversas expresiones son igualmente utilizadas por los discípulos de Martínez, ya se trate de Louis Claude de Saint-Martín, de Jean Baptiste Willermoz, o de los otros.
El nombre más enigmático que usa para designar al Cristo es el de Helí. Según Martínez, este nombre significa fuerza de Dios y receptáculo de la Divinidad. Lo que Martínez pretende enfatizar aquí es que el Cristo no es tan sólo un personaje nacido ha cerca de dos mil años, sino que Él es ante todo el Electo Universal, esto es, un ser que fue escogido para cumplir diversas misiones. Para él, ese Electo Universal se encarnó en varios momentos de la historia, para guiar la humanidad. Esta manera de considerar al Cristo como un profeta, un enviado de Dios, era corriente en el cristianismo judaico. Ella es reencontrada, por ejemplo, en las Homilías Clementinas, que hablan del Cristo como Verus Propheta, un enviado que vino varias veces de Adán hasta Jesús, pasando por Moisés, para guiar a la humanidad.



El Mesías Recurrente
Según Martínez de Pasqually, Helí, o sea, el Cristo, se manifestó a través de los profetas, de los guías de la humanidad, de aquellos que son llamados los Electos. Dentro de ellos, Martínez indica: Abel, Enoc, Noé, Melquisedec, José, Moisés, David, Salomón, Zorobabel y Jesucristo, todos canales de manifestación de Helí. No obstante, considera que fue a través de Jesucristo que Helí se manifestó en su mayor gloria.
Este aspecto particular de las enseñanzas de Martínez está relativamente en consonancia con los de los cristianos judaicos, los primeros cristianos. En esa época, la naturaleza del Cristo aun no había sido objeto de dogma. Algunos lo consideraban como un ángel, otros como un profeta y, otros ya, como el Mesías. De hecho, los primeros cristianos estaban más preocupados con el mensaje del Cristo que con el hecho de construir teorías intelectuales sobre los misterios de la naturaleza de Dios. El Cristo era entonces considerado como un enviado del Padre, mas generalmente no era asemejado a Dios. Pero es a las concepciones del cristianismo primitivo que Martínez se liga. La idea por él adoptada del Cristo como un enviado que vino varias veces y con diferentes nombres, para guiar a la humanidad errante, es particularmente interesante. Se ella fuese extendida al conjunto de las religiones, podría decirse que fue el mismo Dios quien se manifestó en los guías que están en el origen de todas as religiones y que, así, bajo aspectos aparentemente diferentes, es una misma luz la que brilla.

El Organizador del Caos
Según Martines de Pasqually, la primera intervención del Cristo en la historia se remonta al mismo origen del mundo, en el momento en que la creación aun estaba en estado de Caos. Como indica el Tratado, el mundo material fue creado por los espíritus ternarios, actuando bajo las órdenes de Dios. De su trabajo nació un mundo todavía en estado de Caos. La primera misión de Helí, consistió en poner en orden ese Caos inicial. Fue el descenso del Cristo al propio seno de ese Caos el que organizó la Creación y dio nacimiento al mundo material. En este sentido, puede decirse que el Cristo fue el Arquitecto de la Creación, el Verbo organizador. Era de ese modo que Martínez de Pasqually, así como Louis Claude de Saint-Martín y Jean Baptiste Willermoz, veían la función esencial del Cristo como Gran Arquitecto del Universo.

El Instructor
En su Tratado de la Reintegración de los Seres Creados, Martínez nos indica que Adán, después de la caída, tomó conciencia de su error e imploró el perdón divino. Dada su sinceridad, Dios envió a Helí para "reconciliarlo". Estando en tanto Adán encarnado en el mundo de la materia, debía recibir una enseñanza sobre la manera de llevar de entonces en adelante una vida en consonancia con su misión. Su posición en el mundo material le impedía usar las facultades espirituales de que fuera otrora dotado. Helí fue entonces encargado de transmitir a los hombres una nueva enseñanza. Seth, el tercer hijo de Adán, fue escogido para recibir esos conocimientos secretos que, después de él, fueron transmitidos de generación en generación a los Hombres de Deseo.

El Reparador
Numerosos Elus (Elegidos) guiaron a la humanidad desde Adán hasta nuestros días, cada cual trayendo un mensaje y una enseñanza apropiados para el adelanto de la humanidad. Mientras tanto, según la Tradición Martinísta, el hombre sólo puede tener acceso a cierto grado de evolución espiritual a partir de la venida del Cristo. En efecto, la misión del Cristo fue, no de salvar a los hombres, mas abrir el canal cósmico que permitiría a la humanidad traspasar ciertas esferas espirituales hasta entonces inaccesibles. Si el Cristo abrió el camino, cabe al ser humano trillar esa senda. El Cristo no salvó a la humanidad haciendo el trabajo en su lugar, sino abriéndole un camino y mostrándole como recorrerlo.
Para abrir ese camino, la misión del Cristo con su encarnación fue la de un Reparador. Él efectivamente hizo un trabajo de reparación de la Creación. Y operó esa recolocación en orden de purificación de la Creación. Y operó esa recolocación del orden en dos niveles de la creación universal: en el mundo terrestre y en la inmensidad celeste. Tocante al plano terrestre, regeneró las tres bases constitutivas del mundo material: el azufre, la sal y el mercurio, lavándolos de sus escorias. En el mundo celeste, regeneró los siete pilares del Templo universal. Esos pilares son los siete planetas del mundo celeste por medio de los cuales fluyen en el mundo temporal las virtudes divinas. Esa regeneración de las siete fuentes de la vida fue realizada en Pentecostés, esto es, siete semanas, o sea, cuarenta y nueve días después de la Pascua. Entonces, nos dice Saint-Martín, "abriose una quincuagésima puerta, de la cual todos los esclavos esperaban su liberación, y que se abrirá de nuevo en el fin de los tiempos".

El Reconciliador
Después de haber evocado la función "reparadora" del Cristo, veamos lo que caracteriza su función de Reconciliador. La reconciliación es la etapa preliminar que cada ser humano debe trasponer individualmente en su evolución hacia la reintegración que será la etapa final de la evolución colectiva de la humanidad. Según Saint-Martín, en ese proceso de regeneración el hombre vive una experiencia interior importante, en la cual reencuentra al Cristo. El Cristo es en realidad el intermediario cósmico indispensable en ese proceso de regeneración. Es por esta razón que la Tradición Martinísta habla de Él como el Reconciliador.
Saint-Martín expresó esa idea de manera velada en muchas de sus obras. Por ejemplo, en "De los Errores y de la Verdad", cuando afirma que la octava página del Libro del Hombre "trata del número temporal de aquel que es el único apoyo, la única fuerza y la única esperanza del hombre".

La Imitación del Cristo
Con su misión, el Cristo no sólo cumplió una purificación, abrió una senda. Mostró también al hombre el camino a seguir para tener acceso a la regeneración mística. Con su encarnación, quiso pintar para el hombre su propia situación, trazarle toda la historia de su ser y el camino de retorno a lo Divino. Para Saint-Martín, el proceso de la regeneración mística pasa por una imitación interior de la vida del Cristo. En su libro "El Hombre Nuevo", expone las etapas de ese proceso desde la Anunciación hasta la Resurrección, esto es, desde la visita del ángel, el amigo fiel que nos revela el nacimiento próximo de un nuevo hombre en nosotros, hasta la reconquista de nuestro cuerpo glorioso, que marca el comienzo de nuestra ascensión a las esferas superiores en donde nuestra regeneración debe encontrar su coronamiento.
Los diversos eventos de la vida del Cristo son los arquetipos que simbolizan las diversas etapas espirituales que podemos vivir interiormente incorporándonos al cuerpo místico del Cristo. Según el Filósofo Desconocido, el término de esa regeneración llevará al ser humano más allá del Cristo, pues él es llamado a una misión mayor que la del propio Cristo.

miércoles, 17 de agosto de 2011

EL SANCTUM CELESTIAL
Magister Rosae Crucis
AMORC
INTRODUCCION
Todos los hombres buscan la felicidad, pero muchos no saben cómo encontrarla. Esto sucede porque la mayor parte de ellos se imaginan que está en el bienestar material. Por el contrario, una minoría está convencida de que una vida exclusivamente orientada hacia la espiritualidad es lo que la hace posible. De hecho ni una ni otra de estas dos maneras de concebir la existencia es la ideal, ya que la felicidad reside en un estado de equilibrio perfecto entre nuestros deseos materiales y nuestras aspiraciones espirituales.
Por ello, la mejor vía que puede conducir a este estado es la del misticismo que, por definición, es el estudio y la aplicación del lazo armónico que une al hombre con el Dios al que es capaz de sentir y comprender. Para el hombre de carne y hueso, la única forma de vivir plenamente este lazo es mantenerse en armonía consigo mismo, con los demás y con el entorno natural.


La armonía con uno mismo
La armonía que debemos mantener en relación con nosotros mismos concierne a nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestras emociones. Es evidente que si violamos continuamente las leyes naturales que obran en nuestro cuerpo, no podemos mantenernos con buena salud. Debemos por tanto esforzarnos siempre en tratar a nuestro organismo con el mayor respeto y no comprometer por negligencia la armonía a la que tiene derecho. Una nutrición mal equilibrada o excesiva, una falta de reposo, una insuficiencia de ejercicio, son algunos de los elementos físicos que perturban el equilibrio de nuestro cuerpo. El mismo principio se aplica a nuestra mente. El hecho de vivir en el plano terrestre, nos obliga a utilizar facultades objetivas y subjetivas. La razón es una de las más importantes de ellas, ya que a partir de nuestros juicios, condicionamos nuestra vida cotidiana
Cuanto más la aplicamos a reflexiones sanas y útiles, más hacemos de ella lo que debe ser, es decir un instrumento destinado a expresar lo mejor de nosotros mismos. Si la sometemos a examinar cosas banales e impuras, rompemos el lazo armónico que debe unirla a los impulsos de nuestra alma. Es importante por ello reflexionar siempre sobre temas dignos de consideración para un místico. Leer obras interesantes, ver películas enriquecedoras, meditar sobre los grandes problemas de la existencia, son tipos de actividad que permiten mantener la armonía en nuestra mente. En el dominio de las emociones hay que recordar que los sentimientos basados en la cólera, el orgullo, los celos, la maldad, etc., trastornan considerablemente nuestro bienestar emocional y por consiguiente, nuestro equilibrio físico. Sin llegar a los extremos que acabamos de mencionar, los sentimientos de temor, ansiedad o angustia, son igualmente nefastos para la armonía general que debe prevalecer sobre todos los planos de nuestro ser. 
Debemos por lo tanto hacer todo lo posible para vibrar al ritmo de emociones puras y constructivas, ya que no se puede conocer la Paz Profunda mientras seamos prisioneros de reacciones emocionales discordantes.


La armonía con los demás
En la introducción a este libreto, nos hemos referido a la armonía que es necesario mantener entre nosotros mismos y los demás. Es imposible evolucionar e incluso vivir, sin establecer contactos frecuentes con nuestros semejantes. El hombre como ser viviente no es tan autónomo como puede creerse. La vida comunitaria es una necesidad para él, ya que ningún individuo, por muy independiente que sea, puede vivir feliz y desarrollarse plenamente sin satisfacer su necesidad innata de comunicación. Su instinto gregario es el que ha empujado al hombre a vivir en sociedad, ya hacer de esta sociedad la garantía de su bienestar familiar. Y ya que nos necesitamos los unos a los otros, es importante que nuestras relaciones con los demás no estén nunca basadas en principios de fuerza o dominación. Dicho de otra forma, debemos hacer todo lo posible para preservar la armonía en nuestra familia y vivir en buenas relaciones con todos aquellos a quienes debemos tratar, ya sea en el plano familiar o profesional, o en el cuadro más genérico de la colectividad humana. No hay nada más penoso, en nuestro interior, que vivir continuamente en un ambiente conflictivo. Toda situación de discordia entre uno mismo y los demás debe ser evitada, ya que lleva en ella misma el germen de todas las guerras que asolan al mundo. La armonía debe ser la regla de oro de la vida familiar y social. Esto no quiere decir que todos los individuos deban pensar, hablar y comportarse de igual manera, ya que la uniformidad es enemiga de la evolución. Esto significa simplemente que debemos vivir juntos en un respeto mutuo, con el deseo de poner nuestras diferencias de opinión y de comportamiento al servicio de los demás.


La armonía con la naturaleza
Examinemos ahora la armonía que debemos mantener entre nosotros mismos y nuestro entorno natural. Este punto es tan evidente que no debería necesitar ningún comentario. Desgraciadamente, basta mirar a nuestro alrededor para darnos cuenta de hasta qué punto el hombre, por pereza, por negligencia o por interés, no titubea en alterar el equilibrio ecológico de su propio entorno. La naturaleza tiene sin embargo sus derechos y el hombre, ante ella, no tiene más que deberes. Mientras no comprenda esta ley, continuará destruyendo o comprometiendo su propio entorno, hasta el día en que individual y colectivamente sufra las consecuencias de sus actos, si es que no ha empezado ya a sufrirlas. Es por esto, por lo que cada ser humano debe tomar consciencia de que no se puede alterar impunemente el orden natural al que debemos toda la vida. Este orden natural prevalecía mucho antes de que el hombre apareciera sobre la Tierra, y no hay ninguna duda de que prevalecerá después de su desaparición, a menos, por supuesto, que nuestro planeta sea destruido en un definitivo apocalipsis. El misticismo, una vez más, es el camino real que debe permitir a los hombres reconciliarse con la Naturaleza. Sin esta reconciliación, la humanidad está avocada a la autodestrucción, pues tengamos o no consciencia de ello, todo atentado infringido a su entorno natural, la priva de una parte de si misma.
Para resumir lo esencial de esta introducción al "Liber 777", diremos que la felicidad es la medida de la armonía que el hombre es capaz de manifestar ante si mismo, los demás y su entorno. Mientras más consciencia tenga de lo que esta armonía representa para el bienestar personal, mayor será el deseo y la necesidad de mantenerla a su alrededor y en su entorno natural. Por ello, la experiencia prueba que todo individuo que realiza esta toma de consciencia, comprende que no existen varias clases de armonías, sino una sola y única Armonía Cósmica que se manifiesta en diferentes planos y en diversos aspectos.


EL SANCTUM CELESTIAL
La definición del Sanctum Celestial
Una de las metas de la filosofía Rosacruz es la de dar a cada ser humano los medios para vivir la Armonía Cósmica, en los planos físico, mental, emocional y espiritual. Las enseñanzas místicas que los rosacruces reciben en el marco de su afiliación contribuyen a ello ampliamente. Pero para permitirles obtener una armonización total con las fuerzas universales más positivas, la Orden Rosacruz, como consecuencia de su naturaleza tradicional e iniciática integra en su EGREGOR un conjunto de energía cósmica, del cual se puede uno beneficiar cuando se conoce el medio de establecer contacto con él. Este campo de energía que no está limitado ni en el tiempo ni en el espacio, constituye lo que la tradición Rosacruz designa bajo el nombre de "Sanctum Celestial".
Para los Rosacruces, el Sanctum Celestial representa el plano de consciencia más elevado al que pueden llegar armonizándose interiormente con el Cósmico. Desde el punto de vista de las vibraciones, este plano de consciencia es la expresión virtual de lo que la Rosacruz, en tanto que ideal filosófico y místico, pone de más puro al servicio del hombre. Por esta razón podemos considerar que el Sanctum Celestial es el dominio de la purificación, de la regeneración, de la revelación y de la iluminación. y esto es así porque todo contacto que se establece con él pone al alma humana en resonancia con la Gran Alma Universal y con todo el potencial de fuerza y sabiduría contenida en ella. Para los miembros de la Orden Rosacruz, constituye una pirámide de ideales y de virtudes, y es la cima simbólica de esta pirámide donde se sitúan los Maestros Cósmicos que velan sobre la tradición Rosacruz. Por este motiva, es por lo que la mayor parte de las experiencias místicas que efectúan los rosacruces a lo largo de sus estudios privados, se sitúan en el nivel del Sanctum Celestial.


La visualización del Sanctum Celestial
El Sanctum Celestial, como acabamos de señalar, no es un lugar propiamente dicho. Sin embargo, es bien sabido lo difícil que es para la mente humana concebir en lo abstracto un campo de energía cósmica. Por ello el doctor H. Spencer Lewis, Imperator de AMORC de 1915 a 1939, elaboró una técnica que permite fundirse conscientemente en ese campo de energía. Esta técnica, como el mismo frater Lewis dijo, no es fruto de sus propios pensamientos, sino que le fue revelada cósmicamente durante un contacto que estableció el mismo con este plano de alta espiritualidad al que llamó "Sanctum Celestial". La experiencia mística que vivió entonces, fue tan profunda, tan inspiradora, que hizo todo lo posible para renovarla siguiendo las revelaciones que había recibido durante esta sublime comunión cósmica. Finalmente consideró un deber el hacerla accesible a todos, traduciéndola a una forma lo más simple posible. Sus esfuerzos han sido recompensados pues nos ha legado la herencia del método a seguir para tener acceso al Sanctum Celestial.
Antes de utilizar este método, es necesario que ustedes conciban su propia visualización del Sanctum Celestial, ya que es imposible ser consciente de algo que se es incapaz de definir. En esto, cada uno puede elegir su propia manera de imaginar este lugar simbólico. Algunos rosacruces lo ven bajo la forma de una catedral, otros con el aspecto de una mezquita, de una sinagoga o de cualquier otro edificio consagrado a una religión particular; hay otros que prefieren concebirlo bajo el aspecto de un paisaje inspirador. Sin embargo la mayor parte de ellos lo visualizan bajo la forma de un templo de la Rosacruz. De hecho, hay tantas maneras de imaginar el Sanctum Celestial, como de individuos que manifiestan el deseo de encontrarse en él. Lo importante, es que la visualización de este alto lugar cósmico haga nacer en ustedes las emociones más bellas ante el encuentro con el Divino.


La elevación hacia el Sanctum Celestial
Cada vez que deseen elevarse hacia el Sanctum Celestial, es decir hacia el plano de consciencia más alto al que pueda llegar para recibir los favores del Cósmico, procedan de la manera siguiente:
- Lávese 1as manos como signo de purificación corporal, y séquelas bien. Beba a continuación un vaso de agua para simbolizar su deseo de estar lo más puro posible en su interior. Cuanta mayor humildad expresen sus actos y sus pensamientos de respeto hacia el Cósmico, mayores serán las condiciones ideales que reúna para una armonización consciente con el Sanctum Celestial.
- Hecho esto, siéntese en un lugar tranquilo, la espalda erguida y los pies bien posados en el suelo, ligeramente separados uno del otro. Ponga sus manos sobre las rodillas, cierre los ojos y recite mentalmente la invocación siguiente:
"Que la sublime esencia cósmica penetre mi ser y me purifique de toda impureza de pensamiento y de cuerpo, para permitirme entrar en el Sanctum Celestial y comulgar en él con toda pureza y en perfecta dignidad. ¡Que así sea!"
Esta invocación, como pueden comprobar, no tiene ninguna relación religiosa o sectaria. Su meta es simplemente expresar al Cósmico su deseo de entrar conscientemente en el Sanctum Celestial, para comulgar con la sabiduría que éste simboliza en el plano místico. Además, sitúa su comunión bajo la protección del EGREGOR de la Rosacruz, de manera que ninguna influencia negativa pueda ejercerse sobre usted mientras se encuentre en este estado interior.
- Después de haber recitado esta invocación, efectúe algunas respiraciones profundas para que pueda relajarse bien. Para ello aspire y expire profundamente por la nariz de una manera regular e ininterrumpida.
- Cuando se encuentre completamente relajado, vuelva a la respiración normal y comience a imaginar que se eleva mentalmente hacia su Sanctum Celestial. Dicho de otra forma, visualice que se está elevando por encima de la habitación en la que se encuentra, de su casa, de su ciudad, de su país, hasta el momento, en que alejándose más y más de la Tierra, no la divise más que como una esfera dando vueltas lentamente en el espacio.
- Vuelva ahora su mirada hacia el Cósmico infinita y continúe su ascensión espiritual, hasta percibir el Sanctum Celestial tal como usted ha decidido visualizarlo. En este momento es cuando debe imaginarlo bajo la forma de una catedral, de una mezquita, de una sinagoga, de un templo, de un paisaje, etc. El solo hecho de verlo de esta manera, dirigido hacia el cosmos y bañado en luz astral, debe proporcionarle una alegría interior indescriptible.
- Si ha elegido visualizar su Sanctum Celestial baja la forma de un edificio, imagínese ahora que está penetrando en su interior y que va a sentarse al lugar que ha escogido.
Allí, perfectamente relajado, contemple mentalmente las maravillas que se ofrecen ante usted: las vidrieras, las esculturas, las pinturas, las estatuas, las columnas, y de manera general, todos los elementos que constituyen la decoración que suele encontrarse en un lugar consagrado a la oración y a la meditación. A esta belleza visual, puede añadirle la impresión muy neta de escuchar una música particularmente inspiradora. También puede imaginar que un olor a incienso impregna el lugar en el que se encuentra mentalmente. En una palabra, la visualización del Sanctum Celestial debe conducirle a perder completamente la consciencia del mundo terrenal y a habitar en el plano del alma. Todos sus pensamientos y emociones deben estar impregnados de una gran serenidad y de un bienestar que ninguna satisfacción física sería capaz de proporcionar.
- Si prefiere visualizar su Sanctum bajo la forma de un paisaje, en el último momento de la ascensión, debe fundirse totalmente con él, como si existiera realmente. Dicho de otra forma, es necesario que imagine que se encuentra en un bosque, al lado de un río o de un lago, en medio de una pradera, y en general, dentro del encuadre natural que ha elegido para su visualización. Una vez allí, es importante que su consciencia incluya colores, perfumes, ruidos, etc. . . Por ejemplo, puede imaginar el azul del cielo, el olor de las flores, el canto de los pájaros, el soplo del viento, etc. Lo que importa, como hemos explicado anteriormente, es que pierda la consciencia objetiva de su cuerpo físico y de su entorno terrestre, ya que esto es la condición necesaria para recibir del Cósmico el influjo de sus vibraciones más sutiles.
- Cuando se encuentre en su Sanctum Celestial, déjese impregnar totalmente por el ambiente sagrado, inspirador y reconfortante a la vez que allí reina. Impregnados cuerpo y alma en este ambiente, ha llegado el momento de expresar al Dios de nuestro corazón las razones que le han conducido a retirarse a este lugar de alta espiritualidad. Si se trata de un problema de salud, evóquelo mentalmente, como si usted formara parte de la inteligencia cósmica más pura que pueda concebir. Haga lo mismo sí su presencia en el Sanctum se debe a un problema familiar, social, profesional o de otro tipo. Si su meta es simplemente rezar o meditar sobre un tema filosófico, hágalo en este encuadre armonioso y proceda tal como lo sienta.
- Después de haber evocado mentalmente la razón que le ha conducido a elevarse hacia el Sanctum Celestial, no piense más en ella, permaneciendo siempre en el estado armonioso que le caracteriza, póngase en un estado de total receptividad. Si lo consigue, es en ese momento cuando usted recibirá el influjo cósmico que le consolará, le curará, le inspirará, le traerá la respuesta que busca, etc. . .
Esto no quiere decir que usted tendrá consciencia inmediata de haber recibido este influjo, ya que éste se sitúa en un plano psíquico que no se puede percibir objetivamente. Sin embargo, cuando pasen las horas o los días, podrá medir gradualmente el impacto que esta comunión cósmica ha tenido sobre usted y su entorno. En fin, podemos afirmar que este contacto espiritual se traduce siempre en efectos benéficos. Esto se debe, a que a pesar de las apariencias, es imposible fracasar en la experiencia del Sanctum Celestial. Incluso aunque usted tenga la impresión de no haber tenido éxito al elevarse hasta el plano de consciencia que él simboliza, sepa que se equivoca, ya que no es posible el fracaso al nivel del alma.
- Al término de este período de receptividad, vuelva progresivamente al plano objetivo. En otros términos, véase mentalmente abandonando el Sanctum Celestial, y rehaga con la imaginación el trayecto inverso al que siguió para elevarse hacia él. De vuelta a la consciencia objetiva, abra los ojos y diga la siguiente invocación: "¡Que el Cósmico santifique mi contacto con el Sanctum Celestial! ¡Que así sea!"


Los períodos de elevación hacia el Sanctum Celestial
En la definición del Sanctum Celestial, hemos precisado que no era un lugar, sino un campo de energía cósmica, un nivel de alta espiritualidad, un plano de consciencia muy elevado que transciende totalmente los límites del tiempo y el espacio. Esto significa que es posible elevarse hacia él en cualquier momento del día y sin importar el lugar. En tras palabras, no hay una hora precisa que respetar para trasladarse al Sanctum Celestial. En el momento en que uno siente el deseo o la necesidad, si no hay nada que se oponga desde el punto de vista humano, sus puertas se mantienen abiertas de par en par en todo momento del día y de la noche. En este mismo orden de ideas, tampoco es necesario encontrarse en una iglesia, mezquita, sinagoga o cualquier otro templo terrestre para efectuar esta experiencia. Para este fin, la única condición a cumplir es la de estar solo y disponer de un lugar de calma y tranquilidad. Podemos incluso añadir que es posible efectuarlo por la noche al acostarse antes de dormirse. De hecho, es lo que hacen la mayor parte de los Rosacruces, pues la práctica les ha probado, que a una comunión de este tipo le sigue un mejor descanso, y, a veces, sueños particularmente místicos.
Es evidente que no deben acudir a su Sanctum Celestial únicamente cuando deben afrontar cualquier problema, tanto si se refiere a su salud o a otras dificultades más materiales. Cada vez que sepan que otra persona necesita su ayuda, deben acudir a él en consciencia para pedir al Cósmico que le conceda su sostén y su inspiración. Si lo hacen en una actitud de perfecta sinceridad, se darán cuenta de hasta que punto es eficaz esta forma de ayudar a los demás. En otro orden de ideas, pueden también efectuar esta experiencia sólo por el placer interior que produce. Dicho de otra forma, es posible elevarse hacia el Sanctum Celestial sin ninguna razón concreta. En este caso el cósmico nos concede las gracias que considere mejor dispensarnos. En realidad, siempre tenemos al menos una razón para querer alcanzar este estado de consciencia particular: Rogar por la felicidad de los demás y por la paz de la tierra.
Anteriormente, hemos explicado que cada uno posee su propio Sanctum Celestial, pues la concepción que de él tenemos varía de unos individuos a otros. Sin embargo, de manera absoluta, es importante entender que el plano espiritual en el que está situado, es el mismo para todos los que en él se encuentren en un momento determinado. Esto quiere decir que la manera de alcanzar el Sanctum Celestial es individual, pero que todos los que a él llegan se encuentran en realidad en el mismo campo de energía cósmica.
Por consiguiente, tengamos o no consciencia de ello, no estamos nunca solos en el Sanctum Celestial. En efecto, entre todos los rosacruces del mundo, hay siempre alguien que, a cualquier hora del día o de la noche, se elevan hacia las alturas para orar, meditar, recogerse a solicitar la ayuda del cósmico. Por esto es por lo que numerosos encuentros tienen lugar al nivel del Sanctum Celestial. De hecho, es este lugar simbólico el que la mayor parte de los Rosacruces utilizan para comunicarse con los Maestros Cósmicos u otros miembros del rosacrucismo.
¡Qué el Cósmico guíe para siempre sus pasos por el camino de la Paz Profunda y que el Sanctum Celestial sea para usted el medio ideal para encontrar este camino!