lunes, 21 de enero de 2013

FACETAS DEL MARTINISMO

La primera cuestión que se puede tratar es aquella de la elección del fundador de esta tradición. Podríamos muy bien y de una forma justificada, decidir que solo el auténtico Martinismo es aquel que proviene de Martinez de Pasqually. Su sistema de grados y de enseñanzas teóricas sería nuestro credo y seríamos, de esta manera, Martinezistas. Los otros movimientos nos podrían parecer desviaciones, como "reuniones de viejas damas haciendo agujetas" (alusión al maestro Philippe de Lyon) para recobrar algunas palabras oídas.

Sin embargo, algunos logran progresar penetrando en las doctrinas y prácticas de la noble vía  pero posiblemente gracias a Martínez. En esta categoría, calificada por muchos de exterior, los nombres de los ángeles y de los demonios serán sin duda mas familiares que le de Cristo. Es fácil imaginar cuál será el punto de vista de sonrisa condescendiente de los teúrgos, actuando como dignos hijos del creador de cara a estos adeptos de una vía mística intentando vivir según el deseo de su corazón.

Si, por el contrario, Saint Martin nos parece encarnar el verdadero Martinismo, entonces la práctica de su vía nos conducirá a otra perspectiva. Que ella sea por la iniciación o no, esta senda interior llevará al Martinismo a eliminar la pompa de los ritos. Pondrá en evidencia a aquel que quiera aproximarse a esta "condenada" via exterior, llamada a veces la "vía operativa", vía mágica y para los de Saint Martin, vía de la "perdición". Parece evidente por esto último que es suficiente aprender a abrir el corazón, a vivir en espíritu y en la verdad, dejando de reinterpretar los textos de la tradición cristiana. A pesar de estas cuestiones, nos parece que se aproxima con ventaja a a aquello que se entiende habitualmente por Martinismo.

Éste tiende a dos asuntos principales:

- Los ritos son utilizados mas bien simbólicamente. están destinados a ponernos en condiciones interiores con el fin de iniciar un trabajo o de recibir una enseñanza. No existe entonces llamadas a los ángeles, contactos sobrenaturales y pases misteriosos. El iniciado opera en el dominio místico.

- La segunda razón deriva del hecho de que la vía de Saint Martín está considerada como muy accesible y ligada al cristianismo. Es evidentemente, la visión que los esoteristas han mantenido de Saint Martín  Parece evidente considerar que la opinión de los filósofos serían sensiblemente diferente.

En lo que concierne a Papus, el problema es un poco mas delicado, ya que muchas de las ordenes martinistas contemporáneas han modificado o disminuido la importancia y el valor real de su obra Martinista. De este modo su aportación es a menudo considerada como demasiado masónica o demasiado antigua. Increíble paradoja, ya que es precisamente esta estructura la que ha podido garantizar su longevidad. Ahora bien, el sistema elaborado por Papus existe ahora, ¡¡¡después de un siglo de aquél que Marínez hizo funcionar solo 8 o 9 años!!! Se comprende que esta construcción, es en realidad, un edificio muy importante y de gran valor quesería difícil de tergiversar o de simplificar.

Sería tentador no ver en estas diferentes etapas mas que una evolución de la doctrina Martinista y no una oposición o unas divergencias. Debemos darnos cuenta de que esta actitud es demasiado simplificadora. existe en esta tradición una unidad alrededor de un punto en común, que buscamos hacer percibir en la introducción.

Un punto indefinible, una fuente que ilumina y alimenta el Martinismo en lo que tiene de mas puro y mas noble, condicionado el clamor de los futuros iniciados. La mayoría de los Martinistas no han investigado hasta hoy en día su unidad. Ahora bien, aquellos que fueron depositarios de esta tradición, o aquellos que la han adaptado a una época concreta, en realidad han exteriorizado diversos aspectos sin desvelar la totalidad.

Es en efecto, absolutamente indispensable, para alcanzar la fuente de esta tradición intentar desligarse de las diferentes personalidades que han elaborado su existencia visible.

Si nosotros no lo hiciéramos así, a pesar nuestro, seríamos Martinezistas, Saint-Martinistas o Papusianos, pero no seriamos aquello que se entiende por Martinistas. Si preferimos el estudio de lo visible al de lo invisible, nos limitamos a un estudio estructural o histórico y no podremos comprender el corazón del Martinismo. No veríamos entonces ninguna diferencia en esta necesidad, entre aquel que busca saber qué es el Martinismo y aquel que ha franqueado ya la puerta de la iniciación.

Se imagina fácilmente las rivalidades que pueden derivar de la identificación inconsciente con alguno de los modelos Martinistas precedentes...pero ¿podemos asegurar la superioridad de una o de otra de las visiones de la iniciación Martinista?. En otras palabras ¿existe una respuesta verdadera a esta pregunta?

Pensamos que aquel que reivindica la exclusividad de la herencia de su fundador como el único Martinismo, se separa inmediatamente de esta corriente. Nadie es o se convierte en Martinista por el simple estudio o iniciación en la escuela apelando a uno o a otro de los maestros fundadores. Ello significa que el candidato puede muy bien hacerse iniciar sin por ello jamas comprender o penetrar los misterios. Por otro lado, no es posible que un alma sincera llegue a conectar con el corazón de la corriente Martinsta no habiendo nunca frecuentado tales círculos. El Martinsmo no es, entonces, una escuela en la que se ingresa por el simple hecho de haber cumplido un "rito de entrada". El Martinsmo se descubre en la vida, en la ciudad o en la montaña y, porque no, en la iglesia.

Este punto de vista puede parecer paradoxal. En efecto, ¿dónde encontrar el Martinismo y cómo iniciarse, si las escuelas existentes no nos garantizan la adquisición de su herencia?. ¿Qué debe hacer aquel que siente la llamada del Martinismo?. ¿Es necesario que renuncie a su deseo?. Para poder responder a estas preguntas, es necesario eliminar la corteza exterior para llegar al corazón que palpita bajo su cubierta y que mantiene la llama encendida desde hace mas de 200 años. Conviene que reconsideremos lo esencial de la doctrina y pensamiento de Martinez de Pascually, de L.C. de Saint Martin y de Papus, sin deformarlas por necesidades políticas o partidistas. Vamos, entonces, a desarrollar una síntesis , tan justa como sea posible, del espíritu y d ela voluntad de estos tres hombres en el seno de su época, con el objetivo de reconstruir aquello que denominamos el corazón del Martinsmo y de quien hace de ello su propia vida.



T.·. A.·.
Fr. Amorifer