Un ritual de la Orden nos lo dice en los siguientes términos:
"Encierra una filosofía de nuestro venerable maestro, basada especilamente en las teorías de los egipcios, sintetizadas en Pitágoras y su escuela. Contiene en su simbolismo; la clave que abre el rumbo de los espíritus y que no está cerrada; secreto inefable, incomunicable y únicamente comprensible al verdadero adepto. Este trabajo no profana la santidad del Velo de Isis por imprudentes revelaciones. El que es digno y está versado en la historia del Hermetismo, en sus doctrinas y en sus ritos, en sus ceremonias y jeroglíficos, podrá penetrar la secreta, pero real significación del pequeño número de símbolos ofrecidos a la meditación del Hombre de Deseo".
El Martinismo es una escuela de alto hermetismo que se descubre a muy poca gente, prefiriendo la calidad a la cantidad, como cualquier asociación que no desea tener acción política y que si piensa proceder socialmente, prefiere elevar a la muchedumbre hacia la selección en vez de descender la selección hasta la muchedumbre.
La iniciación Martinista es el resultado de una enseñanza, pero hay en su desarrollo una parte inmensa de formación personal. Cualquier poder concedido por la naturaleza, a la sociedad, para ser útil, debe desarrollarlo y adaptarlo a su función aquel que ha de beneficiarse. Existe una cualidad de alma que caracteriza esencialmente al verdadero Martinsta; es aquella afinidad entre espíritus unidos por un mismo grado en sus posibilidades de comprensión y de adaptación, por un mismo comportamiento intelectual, por las mismas tendencias, de todo lo cual se sigue la obligatoria constatación que el Martinismo está compuesto exclusivamente por seres aislados, solitarios, que meditan en el silencio de su gabinete, buscando su propia iluminación.
Cada uno de estos seres tiene el deber, una vez que ha adquirido el conocimiento de las leyes del equilibrio, de transmitir su comprensión a su alrededor, a fin de que quienes deban comprender, participen de aquello que el crea constituye la verdad de su vida espiritual. Es aquí, entonces, donde interviene la misión de servicio del Martinismo, es solamente en este sentido que esta corriente espiritual especial, encuentra lugar en la tradición occidental.
La Orden Martinsita conservó intactas las constituciones de las fraternidades iniciaticas que han predecedido a la revolución masónica de 1773 y debe su intensa vitalidad a esta organización.
Los asuntos de dinero son casi desconocidos en la orden, las cotizaciones al tronco de la viuda, los derechos por los diplomas, no existen; y los grados son conferidos siempre al mérito y no pueden nunca ser objeto de tráfico.
Todo jefe de logia es el propietario de su logia y debe cubrir la mayor parte de sus gastos, y por regla general, todo oficial d ela orden debe cubrir personalmente las expensas necesarias involucradas en el ejercicio de su cargo.
La filiación a la Orden Martinista es buscada, sobre todo, por la instrucción que lleva bastante lejos y que comprende al estudio profundizado de las ciencias simbólicas y herméticas. Por otra parte, la Orden abrió sus portales tanto a hombres como a mujeres y no demanda a sus miembros ningún juramento de obediencia pasiva, ni tampoco les impone ningún dogma, acepta sin distinción a todos los que sienten en sus corazones el amor al prójimo y que desean trabajar por el bien común.
El objetivo a alcanzar por el Martinismo es y será siempre la espiritualización de los individuos y de las sociedades. El enemigo es siempre el mismo; el materialismo reforzado por el agnosticismo. Es por ello que si se quiere implantar el espiritualismo en los medios actuales, es preciso partir de bases científicas irrefutables, estudiar tanto la materia como los fenómenos a los cuales sirve de soporte, como a si mismo el elemento divino, es decir; el espíritu.
Hermanubis