sábado, 1 de mayo de 2010

DE LA ARROGANCIA

El orgullo y la mediocridad parecen incompatibles; pero el hombre reconcilia los contrarios: es, al mismo tiempo, la más miserable y la más arrogante de las criaturas.
La arrogancia es el veneno de la razón, la madre del error, y, sin embargo, es de la misma naturaleza que la razón.
¿Quién hay que no este demasiado pagado de sí mismo ni desprecie demasiado a los demás?.
Si no se libra de nuestra arrogancia ni siquiera nuestro Creador: ¿Cómo vamos a estar seguros unos de otros?.
¿Dónde esta el origen de la superstición? ¿De donde proceden los cultos falsos?. De nuestra pretensión de analizar lo que esta fuera de nuestro alcance, de comprender lo incomprensible excepto para nuestro yo interior.
Nuestra comprensión es débil y limitada y, además de eso tampoco la utilizamos como deberíamos. No nos levantamos lo suficiente cuando queremos acercarnos a la grandeza de Dios. No damos a nuestras ideas las alas que necesitan, cuando adoramos a la divinidad.
El hombre que tiene miedo a respirar en presencia de un Soberano de esta tierra no tiembla al someter a juicio los decretos de Dios olvida su Majestad y juzga sus decisiones.
El que no se atreve a repetir el nombre de su Príncipe sin honor no se sonroja al invocar a su Creador como testigo de una mentira.
El que escucha sin replicar la sentencia de un magistrado se atreve, sin embargo, a discutir con el Eterno y pretende apaciguarlo con sus plegarias, alargarlo con sus promesas y negociar con él. Después, echa pestes y murmura contra él si no se le concede lo que pide.
¿Por qué esta impune tu impiedad, ¡Oh hombre!? Simplemente porque no ha llegado todavía el día de tu castigo.
No seas como los que juegan con el fuego; no dejes tampoco de rezar a tu Creador porque te castiga. Tu locura planea sobre ti, tu impiedad no perjudicara a nadie más que a ti.
¿Por qué se glorifica el hombre de ser el favorito de su Creador, al mismo tiempo que se niega a darle las gracias y adorarlo por ello?.
¿Cómo puede ser compatible una vida así y una idea tan arrogante?.
El hombre, que no es en realidad más que una mota de polvo en el basto universo, cree que la tierra entera y el cielo han sido creados para él. Piensa que toda la naturaleza está pendiente de su bienestar.
Lo mismo que el necio, al ver temblando la superficie de las aguas la imagen de árboles, ciudades y todo el horizonte, piensa que están danzando para divertirlo, del mismo modo el hombre piensa que, cuando la naturaleza sigue su marcha predestinada para él, hace todos esos movimientos únicamente para deleite de sus ojos.
Supone que el sol, cuyo rayos lo calientan a sido creado para su uso exclusivo y se imagina que la luna, cuya ronda nocturna sigue, a sido creada para su placer.
¡Que insensato es el orgullo!, ¡Se humilde!. Piensa que no es para ti para quien sigue el mundo su recorrido y se han creado las alteraciones del verano y del invierno.
Nada cambiaría si no dejase de existir la especie humana. Tú no eres más que uno, entre millones, a la hora de recibir bendiciones.
No te subas hasta los cielos, pues los maestros están por encima de ti. No desprecies tampoco a tus semejantes que están en la tierra, porque son parecidos a ti. ¿No son obra de la misma mano y no están animados por la misma alma?.
Tú, que reconoces las bondades de tu Creador, ¿Cómo te atreves a torturar con crueldad a sus demás criaturas?. Ten cuidado que no recibas lo mismo en recompensa.
¿No sirven todos ellos al mismo maestro universal que tú?, no nos ha impuesto sus leyes, tanto a los unos como a los otros, ¿no se preocupa de conservarlas?, ¿y tu te atreves a violarlas?.
No pongas tu opinión por encima de los demás. No condenes, como si fuese falso, lo que no este de acuerdo con lo que tu puedas saber.
¿Quién te ha dado la facultad de decidir por los demás?. ¿Quién tiene la exclusiva de la decisión?.
¿Cuántas ideas, rechazadas en otro tiempo, se reconocen ahora como verdades?, ¿cuántas, que se plantean ahora como verdades quedarán descartadas en su momento?. ¿De que puede estar seguro el hombre?. Haz el bien que puedas y serás feliz. Trabajar en vez de perderte en especulaciones intelectuales: es lo que tienes que hacer.
¿No tienen la verdad y la mentira la misma apariencia, incomprensible para nosotros?, ¿quién puede distinguirlas si no nuestra alma?.
Creemos con facilidad lo que supera nuestra capacidad de comprensión o presumimos de ello, porque así hacemos pensar que lo comprendemos. ¿No es una insensatez arrogante?.
¿Quién es el que asegura las cosas con más impertinencia?, ¿quién es el que se mantiene en sus trece? el más ignorante por que también es el más orgulloso.
Al que tiene una opinión le gusta mantenerla. Esto le ocurre a todos los hombres; pero, sobre todo, a los más arrogantes. No les basta poner su alma en manos de su ignorancia, si no que, además, quieren imponer sus ideas a los demás y hacer que crean en ellas.
No digas que es estable la verdad al cabo de los años ni que, si la multitud cree en algo, es verdad.
Un planteamiento humano tiene tanta autoridad como otro, si la razón no encuentra en ellas diferencia.

Del libro En Vos confío