lunes, 27 de diciembre de 2010

CARTAS DE ELIPHAS LÉVI

Señor y Hermano:

La religión no es ninguna servidumbre impuesta al hombre, es un auxilio que se le ofrece. Las cartas sacerdotales han tratado en todo tiempo de explotar, y transformar este auxilio en yugo insoportable y la obra evangélica de Jesús tenía por objeto separar la religión del sacerdote o al menos poner al sacerdote en categoría de ministro y servidor de la religión dando a la conciencia del hombre toda su libertad y su razón. Ved la parábola del buen samaritano y estos preciosos textos: la ley se ha hecho para el hombre y no el hombre para la ley. Desgraciados los que ligáis e imponéis sobre las espaldas de los demás fardos que no quisierais tocar mas que con los extremos de los dedos, etc. La Iglesia oficial, se declara infalible en el Apocalipsis, que es la clave cabalística de los evangelios, y hay siempre en el Cristianismo una Iglesia oculta o Juanista que, respetando en todo la necesidad de la Iglesia oficial, conserva del dogma una interpretación diferente de la que se da al vulgo.

Los Templarios, los Rosacruces, los Francmasones de altos grados han pertenecido todos, antes de la revolución francesa, a la Iglesia, de la cual Martínez de Pasqually y Saint Martin, y hasta Mme. De Krudemert, han sido los apóstoles en el siglo XVIII.

El carácter distintivo de esta escuela es evitar la publicidad y no constituirse nunca en secta disidente. El conde Joseph de Maistre, ese católico tan radical, era aunque no se crea, simpático a la sociedad de los Martinistas y anunciaba una regeneración próxima del dogma por luces que emanaban de los santuarios del ocultismo. Existen todavía sacerdotes fervientes que están iniciados en la doctrina antigua y un obispo, entre otros, fallecido recientemente, me ha pedido enseñanzas cabalisticas. Los discípulos de Saint Martín tomaron el seudonimo de "filósofos desconocidos", y los de un maestro moderno muy conocido no han tenido necesidad de tomar nombre alguno, pues el mundo no sospechaba su existencia. Jesús ha dicho que la levadura debe ocultarse en el fondo de la vasija que contiene la pasta para trabajar día y noche en silencio hasta que la fermentación invada lentamente toda la masa que ha de formar el pan.

Un iniciado puede, con sencillez y sinceramente, practicar la religión con que haya nacido, porque todos los ritos representan diversamente un solo y mismo dogma; pero no debe abrir el fondo de su conciencia más que a Dios y a nadie debe comunicar sus creencias más íntimas. El sacerdote no puede juzgar lo que el mismo Papa no comprende. Los signos exteriores del iniciado son la modesta ciencia, la filantropía sin ruido, la igualdad de carácter y la más inalterable bondad.

Todo vuestro en la Santa Ciencia.

Eliphas Lévi.