2. Recordar que los verdaderos maestros no escriben libros y ponen la sencillez y la humildad por encima de toda ciencia. Desconfiar de los que pontifican y de los que se dicen perfectos;
3. No renunciar nunca a su propia libertad por un juramento que esclavice al individuo, ya sea en un clero, o en una sociedad secreta. Sólo dios tiene derecho de recibir un juramento de obediencia pasiva;
4. Recordar que todo el poder invisible viene del Cristo, dios venido en la carne a todos los planos, y en lo invisible jamás entrar en relaciones con un ser astral o espiritual que no confiese el Cristo de esta manera. No buscar los “poderes”, esperar a que el cielo nos lo conceda, si somos dignos de ellos;
5. No juzgar nunca las acciones de los demás y no condenar a nuestro prójimo. Todo ser espiritualizado por las pruebas y el sufrimiento o por una vida de devoción, puede alcanzar la salvación sea cual sea su iglesia o su filosofía. Tanto si es cristiano, israelita, musulmán, budista o libre pensador, todo ser humano tiene las facultades necesarias para evolucionar hasta el plano celeste. El juicio pertenece al padre, no a los hombres.
6. Tener la certeza de que el hombre no está nunca abandonado por el cielo, incluso en sus momentos de negación y de duda, y que estamos en el plano físico para los demás y no para nosotros.
7. Recordar que la purificación física por medio del régimen es una ingenuidad si no está apoyada por la purificación astral, por la caridad y el silencio, y por la purificación espiritual por medio de los esfuerzos para no pensar o decir mal de los ausentes. Hay que saber que la oración, que da la paz del corazón, es preferible a cualquier magia, que solo produce orgullo.
El estudiante deberá meditar estos consejos, fruto de cierta experiencia, y no hacer ningún acto importante sin pedir antes de no ofender al cielo. Mas adelante verá por su cuenta si hemos actuado bien en advertirle desde el principio.
Hermanubis