sábado, 13 de octubre de 2012

REFLEXIONES SOBRE "EL HOMBRE NUEVO"


En su libro "El Hombre Nuevo", Louis-Claude de Saint Martin nos invita a reflexionar sobre el hecho que Dios hizo al hombre a su imagen.

El Filosofo Desconocido nos dice explícitamente: "Puesto que tú ya no ignoras ahora que toda la biblia no es el hombre por objeto y que así, en verdad, la mejor traducción que pueda jamás existir de la biblia, es el hombre." Por un análisis sorprendente, apoyado por un comentario personal, nos esclarece sobre las santas escrituras, donde la mente relega la letra a segundo plano, para llevarnos a través de su comprensión, experiencia y misión, a buscar en el fondo de nosotros mismos para encontrar el agua que apagará para siempre nuestra sed, pero que no puede brotar sino de una sola y única fuente: el corazón.

A través del lenguaje de la voluntad, de la humildad y de la perseverancia, pide al hombre de deseo, al que llama su amigo, como a sus lectores, reconsidere sus actitudes, para que se purifiquen. les explica con benevolencia el camino del reino que está al interior del hombre.

Ese reino no puede encontrarse mas que por intermedio del corazón y de las actitudes que se derivan de esto, pero también a través de aquel que el creador, en su misericordia, nos ha confiado aquí abajo en nuestras tinieblas, aquel que espera en su dulce paciencia y que no pide mas que asociarse con  nosotros: nuestro "fiel compañero".

El maestro interno, que llama el amigo fiel, no solamente espera que actúe por el ternario (pensamiento, palabra y obra) sino por una actitud de benevolencia y amor, la única actitud que conoce para que pueda manifestarse a nosotros y nos lleve ala verdadera luz de la cual él mismo fue alejado, por amor hacia nosotros.

El amigo fiel, nos dice él, que nos acompaña aquí abajo en nuestra miseria, está como encarcelado con nosotros en la región elemental, y aunque se  complace de su vida espiritual, no puede gozar de la luz de las alegrías, de la vida divinas, mas que a través del corazón del propio hombre que fue elegido para ser el intermediario universal del bien y del mal. Esperamos de este amigo fiel toda la ayuda, todas las protecciones, todos los consejos que nos son necesarios en nuestras tinieblas, y en todas las virtudes para vivir el decreto de nuestra prueba a la cual no tiene el derecho de cambiar nada; pero espera recompensarnos por medio del fuego divino con el cual deberíamos ser iluminados, hacemos que él experimente el calor y los efectos del sol eterno del cual se mantiene alejado por la pura y viva caridad que le anima en favor de la desdichada humanidad.

Este ser divino, chispa de la divinidad, es la introducción a esta gran aventura, esta iniciación primordial que debe abrirnos el camino del mundo real, se dirige hacia el oriente.

Pero para procurarnos la mas saludable de las preparaciones, debemos empezar no solamente por ser nosotros mismos un nuevo adepto, sino que debemos adquirir la ordenación, es decir, según el sentido propio de esta palabra, debemos ponernos en orden.

Saint-Martin nos anima con insistencia, aunque desarrolla también a lo largo de su obra el proceso de evolución que debemos atravesar para que podamos entrar en nuestra verdadera naturaleza y pensar por nuestro propio principio. Insistirá en esta actitud y nos dirá explícitamente:
Amigo, quizás te sorprendas porque te hablo muy poco de ciencia, y te hablo mucho de exhortación y de advertencia. Es porque ahondé en la ciencia y ahondé en la exhortación. La ciencia es grande, es hija de la luz, es la chispa viviente del sol eterno; pero no quiere conocer otro órgano y otro camino mas que el corazón del hombre: cuando se la fuerza a presentarse por otra entrada, sufre viéndose prostituida, y se salva tan pronto como puede.

Observamos aquí, como podemos realizarlo a través de algunas de nuestras experiencias, que no podemos trabajar para nuestra elevación espiritual si nuestra resonancia intelectual no está ene armonía con nuestra resonancia emocional, y comprendemos mejor lo que el Martinismo llama "la vía cordial".

Louis-Claude de Saint-Martin nos conjura a seguir el camino, ayudado por nuestro fiel compañero, y nos prepara para que la divinidad venga a instalarse en nosotros, para que el hombre renovado se encuentre hecho espíritu, en verdad, el sacerdote del señor y lleva a cabo finalmente su ministerio.

Pero no nos perdamos por la ingenuidad, ya que desde que tomamos consciencia del camino, el enemigo oculto en el fondo de nosotros mismos se manifiesta por sus ataques insidiosos, poniéndonos obstáculos y oposiciones. en esta dualidad cotidiana, no será raro estar a veces en resonancia con los principios que nuestro corazón llama, y a veces abrumados por el desánimo, las dudas y sus aliados .

El Filosofo Desconocido nos dice muy acertadamente: El hombre viejo debe ser de esta manera violentamente disuelto por el mismo fuego sagrado que tiene oculto en el mismo, y es necesario que en cada grado que ese fuego va a recorrer para recobrar su libertad y su esplendor, disuelva, corroa y pudra todas las sustancias heterogéneas que componen actualmente en ti al hombre de tinieblas y al hombre muerto.

Es con esa perspectiva que el hombre nuevo tomará su lugar, iluminado y en armonía con esta gran luz, y no con una doctrina externa, muerta, influenciada por los malos maestros. Prevendrá igualmente: Por sus pasos imprudentes, el hombre dejó morir esa fuente de vida, ya sea por su actitud errónea y criminal contra la divinidad, ya sea por sus falsos maestros que solo hicieron que se desviara su impulso prometedor. El hombre dejó que se cerrara esa mina por  los escombros que caes cada día, y se ha cubierto de tal forma que ya no creyó en su existencia, y después hicieron todo lo posible por impedirnos que creyéramos en ella e intentar trabajar en ella. 

A lo largo de su obra, L.C.S.M. insiste y anima al hombre a tomar el camino por la vía del corazón, el camino que se aleja de las repeticiones de palabras, el camino donde el soplo dulce de la sabiduría desarrolla su verdadera oración en él. Esa oración que da el orden, la confianza y la medida, alejará al enemigo lo mas lejos del lugar, para que su corazón siempre sea abrevado de esta agua como se nos dice en San Juan y en la Samaritana - la esposa de cinco esposos -, que ya nunca tendremos sed. Solamente podemos quedarnos admirados por estos análisis, y constatar que continúan siendo actuales, que nos conmueven y pueden ponerse en práctica en cualquier momento en nuestro recorrido como neófitos, y ese es el sentido verdadero de su obra.

Cualquiera sea la tradición a la cual uno se adhiera, la obra del Filosofo Desconocido nos ofrece un mensaje universal que resuena al interior de todos los hombres de deseo, y estos últimos no son en definitiva mas que hombres y mujeres que buscan con su corazón. Que uno sea Martinista, Rosacruz o que siga otro camino se trata ciertamente del Amor con una "A" mayúscula, que debe penetrar los corazones para fusionarse con el océano vibratorio que nos rodea, y para llevar a este "hombre nuevo" al punto de partida que nunca debería haber dejado.

San Pablo nos dijo: "Sin amor no hay nada"; y bien, sin amor, no hay nada, ya que el amor es para todo, el amor es todo. Quizás, es por eso que L.C.S.M. nos habla de esta amargura que podemos experimentar algunas veces diciéndonos que teníamos todo en un principio, y que al fondo de nosotros mismos, podemos sentir inconscientemente cierto pesar. esto confirma lo que dijo San Pablo: "¿No saben que son el templo de dios y que el espíritu de dios habita en ustedes?"

Por nuestro comportamiento, actuaremos en el hombre viejo que está dentro de nosotros mismos, para que el hombre nuevo tome su lugar, el lugar que nos mostró el reparador que fue, es y será la revelación universal.

Esta revelación no puede hacerse mas que por la puerta superior del corazón, esta puerta de la cual se nos dice que es estrecha. El hombre nuevo se desapegará cada vez mas de su antiguo modo de "pensar, hablar y actuar", por medio de una verdadera alquimia interna. ¿Acaso no tenemos la prueba en la satisfacción interna que experimentamos después d eun noble comportamiento? ¿No está en resonancia esta satisfacción con el principio que buscamos?


Fin   1ª parte
(José Nieto)